Este noviembre ha regresado a las matinales del Teatre Apolo de Barcelona el espectáculo familiar Coco – Tributo musical. Pero ¿era un tributo, un concierto o un musical completo que adaptaba la película de Disney Pixar?
La distinción es importante, porque teniendo en cuenta lo que pretendía el director Josema Arreciado podremos valorar mejor lo que se ha conseguido. Descartemos de entrada la idea de concierto: tenemos actores caracterizados como los personajes, decorados básicos (4 paneles de doble cara para situarnos en el mundo de los vivos y el de los muertos, y proyecciones a telón completo de fotogramas del film), vestuario, maquillajes, coreografías, diálogos, y sobretodo, el argumento prácticamente íntegro de la película. Sin lugar a dudas, no es una versión concierto del film de Pixar.
Eso mismo hace difícil conciliar la idea de «tributo» que presenta el cartel de la compañía sevillana La Barbarie Musical, ya que están casi todos los personajes y casi toda la trama (excepto parte del papel de los fantásticos alebrijes) y todas las canciones, siendo la única diferencia importante el añadido de una serie de canciones externas de raiz mexicana. Así, junto a las imprescindibles y esperadas «Recuérdame», «Un poco loco» o «La Llorona» se cantan también temas como «Bésame mucho» o «La bikina», que aparecían en el disco de música «inspirada» en la película, y otros.
Así que no queda sino concluir que la compañía La Barbarie Musical presenta precisamente eso,una obra de teatro musical. Una versión musical de Coco a la que se le han añadido otras canciones, por el motivo que sea, por aumentar la duración, por añadir variedad de la representación musical mexicana o para dar tiempo a los cambios de vestuario. Estos añadidos, sin embargo, son el primero de los puntos en contra del montaje, pues la mayoría se notan sobrantes, ralentizan la trama y están poco hilados. Evocan el arquetipo de la parodia de un musical: el ponerse a cantar porque sí.
Otro de los puntos flojos del montaje son las coreografías, demasiado básicas. Solo la del espectáculo de Frida Kahlo se salva un poco, sin ser maravillosa. No sorprende que, revisando el dossier del tributo, no aparezca un responsable de las mismas, lo que es una pena porque deja un poco desvalidos a los actores en algunos momentos clave, y porque en momentos como el de la fiesta de Ernesto de la Cruz, donde hay buenas ideas, se ve el potencial que tendrían unas coreografías más elaboradas y con un cuerpo de baile ligeramente más grande.
Como producción que huye de lo aparatoso, la elección de unos decorados muy sencillos pero funcionales es comprensible. Además, teniendo que limitarse al proscenio del Apolo, al estar el escenario tras el telón ocupado por Pretty Woman, tampoco había espacio para florituras. Las velas, el vestuario y el maquillaje cargan bien con el peso y desvían la atención a lo importante, los actores.
Porque las mejores bazas de este Coco se encuentran en su elenco, empezando por la carismática protagonista, María Codony, que interpreta a un Miguel ideal, y por un Carles Jiménez (Héctor) gracioso y peligroso que parece sacado directamente de la pantalla; ninguno originó el personaje en la producción y ambos hacen un trabajo magnífico, hasta el punto que parece difícil imaginar a nadie mejor. La Frida Kahlo de Ariadna Colomer es también tan excéntrica y hierática como se espera de ella y funciona muy bien en todas sus escenas, que no son pocas.
Agustín Salvador es el actual Ernesto de la Cruz, y brilla más cuando hace valer su voz de tenor que en la tesitura del musical más convencional. Laura Pont presenta la gravedad que se espera de la imprescindible Imelda, aunque es algo que la lastra ligeramente en sus números musicales. Y Nize Crespo es eficaz mutando de abuela chancletera (Elena) a presentadora del concurso musical del Día de Muertos.
¿Y en definitiva? Diga lo que diga el título, Coco – Tributo musical no es un tributo, es un montaje teatral económico pero completo que adapta la película de Disney Pixar. Un musical familiar que intenta demostrar, como lleva años haciendo Barbarie Musical, que pueden hacerse adaptaciones musicales con cara y ojos más allá de los despliegues financieros de lujo. Se excede al añadir demasiadas canciones que no mejoran el conjunto y lo frenan, y podría tener mucho mejores coreografías. Pero el resultado es en general entretenido, y la actuación y las voces van de lo aceptable a lo muy interesante.
Y, lo más importante, sigue emocionando cuando tiene que hacerlo. ¿Ese nudo en la garganta, esos ojos húmedos que te provocó Coco en el cine? Oh, eso sigue ahí, sin duda… Y no es poco.
Crítica realizada por Marcos Muñoz