La mayor productora de circo del mundo, Cirque du Soleil, ha estrenado en el Escenario Puerta del Ángel de Madrid el nuevo espectáculo Luzia de la mano del director de escena Daniele Finzi Pasca. Una combinación eficaz, bella y potente que le otorga una singularidad única e inimitable.
Hay tal expectación con el regreso del Cirque du Soleil a Madrid que da igual con quien hables: la mayoría muestra una ilusión desmedida con el espectáculo Luzia. La compañía canadiense ha llamado así a su última producción, un acrónimo de las palabras luz y lluvia porque ambos elementos son esenciales y protagonistas de este espectáculo con aroma mexicano. Qué más da las veces que hayas visto a esta compañía que ha reinventado por completo las artes circenses, siempre integran algo nuevo que hace desear otra cita más. Lo llamativo y sorprendente es la incorporación, por primera vez en este circo, de un elemento de tan complicado manejo como es el agua. De una cascada, de una fuente, de un grifo o de la supuesta inundación mundial relatada en textos de algunas antiguas culturas. Al fin y al cabo: agua. A lo largo de bastantes décadas, esta sustancia líquida, incolora, inodora e insípida ha sido un motivo recurrente para artistas y creadores.
No hay espectáculo sin hilo conductor y en esta ocasión el protagonismo se lo lleva un payaso patoso sobre el que recae la mayor parte de la narración, que con Luzia consiste en un viaje por la cultura y los paisajes de México. El Cirque du Soleil no precisa de florituras argumentales pero queda claro desde el principio que ninguna presencia sobre el escenario es meramente anecdótica. También una cantante de potente voz, Majo Cornejo, convierte el show en un estímulo auditivo de primer orden. Además, se pone de manifiesto el gran trabajo de escenografía y el derroche de imaginación que tiene lugar dentro de la carpa de la Casa de Campo para encogernos el alma y el corazón con el dominio físico que requieren la mayoría de los números, todo ello aderezado con un fantástico humor descarado e ideal para que el público libere tensión.
La enorme figura de un caballo galopando mientras persigue a una mujer con unas alas de mariposa monarca que abarcan todo el escenario sirve para situarnos en esta aventura mexicana que encoge nuestro corazón, lo transforma y lo llena de magia e ilusión. Así lo corroboran los primeros artistas vestidos como colibríes para el número inicial, saltos dentro de aros sobre cintas de correr. A destacar tres momentos de Luzia: el contorsionista y su increíble flexibilidad, el malabarista capaz de mantener en el aire hasta siete mazas y, por último, la ejecución de sobrecogedoras acrobacias aéreas sobre dos columpios que escapan dela gravedad. Demostración de precisión y exactitud para lograr algo tan perfecto.
Todo acompañado por música en directo que hace aún más ostentoso Luzia. Qué más decir de la acogedora carpa, del sorprendente dispositivo tecnológico, del sonido y de la calidad de todos los artistas circenses que forman parte de esta representación que tendrá lugar hasta el próximo mes de enero.
Por otro lado, un gran acierto que merece la pena mencionar: la pista circular va rotando para que los espectadores y espectadoras tengan diferentes puntos de vista y atención durante todos y cada uno de los números que componen el espectáculo. Se amplia la gama de ángulos dentro de la carpa donde nuestra posición es inamovible.
¡Larga vida al Cirque du Soleil!
Crítica realizada por Patricia Moreno