El musical de la mítica película ochentera Dirty Dancing se presente en el Espacio Ibercaja Delicias de Madrid de la mano de LetsGo Company hasta el 11 de diciembre. El texto original de Eleanor Bergstein está dirigido por Federico Bellone, con coreografía de Gillian Bruce y protagonizado por Sara Ávila Roman (Baby) y Dani Tatay (Johnny Castle).
Es muy difícil no tener algún recuerdo de Dirty Dancing tengamos la edad que tengamos. Ese verano mítico del 63 en el que Baby se conoce a sí misma y aprender a bailar de la mano del rebelde Johnny Castle y la talentosa (aunque desgraciada) Penny, marcó profundamente a una generación; la de los 80. Una generación que ha traspasado ese amor romántico de verano a sus hijos y nietos.
Dirty Dancing El Musical nos ofrece justo eso. Un viaje a la película original incluyendo todos los momentos míticos y siguiendo a pies juntillas el guión. En este punto no se les puede achacar originalidad, pero sí en las soluciones escenográficas para poder seguir el hilo de la historia como, por ejemplo, las escenas en el bosque y la playa en las que Baby y Johnny practican el salto final están muy bien integradas y sacaron un suspiro romántico a los espectadores.
Al ser una versión fiel de la película con más baile y canciones intercaladas, es cierto que los actores no tienen muchas oportunidades de brillar y falta cierta profundidad. Asimismo, destacan sobre el escenario Antonio Reyes como Jake Houseman, el padre de Baby, que aunque aparece poco llena el escenario. Y Lilian Cavale, quien interpreta a Lisa Houseman, la hermana de Baby, y que sirve como alivio cómico de la obra; fantástico el un pequeño pero brillante número musical cómico.
Lo más memorable de la obra (obviando que es Dirty Dancing y, por lo tanto, ya tiene mucho ganado) es la absoluta fiesta del baile que se vive en el escenario. Las coreografías y los bailarines son absolutamente perfectos y, si como a mí, te fascinan los bailes de salón te va a encantar este espectáculo. Vas a encontrar una joya en Fanny Corral; actriz que interpreta a Penny.
Aunque hay pocas canciones en directo, no echamos de menos ninguna de las míticas canciones de la película. Sí que, por otro lado, echamos en falta disponer de algunas canciones originales escritas exclusivamente para el musical (algo que le daría una profundidad o algo extra) e, incluso, alguna canción interpretada en voz de sus protagonistas.
En resumen, Dirty Dancing es un ejercicio de nostalgia que consigue lo que se propone: transportarnos al sentimiento de la película original. Los fans de la película podrán revivir un momento mágico y los que no la conocen aún tendrán un primer contacto con uno de los romances por excelencia de los 80.
Crítica realizada por Ariadna Ortega