Una de las últimas producciones de la compañía española Yllana regresa por tiempo limitado al Teatro Marquina de Madrid con The Opera Locos, un espectáculo que mezcla lo mejor del humor gestual con la música de ópera.
Ya ha llegado el momento de coger la agenda y empezar a elegir las obras de teatro ineludibles, esas que no quieres que se te escapen al retomar la programación cultural después del parón del estío. Y, ante la gran cantidad de espectáculos destacados que se vienen, yo he tenido la oportunidad de empezar la temporada por todo lo alto: con un montaje ganador del Premio Max 2019 a Mejor Musical.
Lo que comenzó siendo una compañía de teatro centrada en el humor sin palabras, hoy se ha convertido en todo un referente de la comedia y de la creatividad. En esta ocasión, Antonio Comas (tenor), Irene Palazón (soprano), Mayca Teba (mezzo soprano), Edwin Monclova (contratenor) y Enrique Sánchez-Ramos (barítono) nos deleitan con sus extraordinarias cualidades vocales y con su fabulosa capacidad de bromear. A lo largo de los noventa minutos, los cinco protagonistas van desgranando los grandes éxitos de la ópera que alternan con pinceladas de ingenio y humor característico de esta compañía. De forma ágil y efectiva, Yllana ha fabricado The Opera Locos en base a tres líneas argumentales que funcionan como nexo de unión para el resto del espectáculo. Por un lado, el conmovedor romance entre el antiguo tenor que sufre abatimiento y desánimo profundo con la soprano que se desvive por él; por otro lado, la jocosa pareja que se va creando entre el rígido profesor de canto y su estrafalario alumno; y, por último, la mujer que quiere sentirse atractiva y gustar a los hombres. Y es que prefiero no contar nada más del contenido para asegurarme de no destrozar algún elemento sorpresa de esos que merece la pena ignorar hasta ir a ver The Opera Locos.
En la parte técnica merece la pena destacar la iluminación a manos de Enrique Toro, que juega muy bien con la penumbra y genera un sinfín de efectos diversos para acompañar las escenas que se van desarrollando según transcurren los minutos. Otro asunto que nos compete es el de la interacción y la complicidad con los espectadores y espectadoras porque, dejando patente una de las señas de identidad de Yllana, la guinda del pastel la pone el público.
Y hasta aquí puedo contar. Lo demás, lo tenéis que conocer in situ porque hasta el próximo 25 de septiembre todavía hay tiempo de disfrutar de esta velada inolvidable.
Crítica realizada por Patricia Moreno