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29.07.2022 Críticas  
Un divorcio conflictivo

El Teatro de Bellas Artes de Madrid presenta Palabras encadenadas. Una obra del dramaturgo barcelonés Jordi Galcerán y estrenada por primera vez en 1995. En esta ocasión, David Gutiérrez y Beatriz Rico protagonizando la obra bajo la dirección de Domingo Cruz y la producción de Solo Música Teatro.

Jordi Galcerán es un consumado dramaturgo con obras como Dakota, El método Grönholm, Burundanga o El crédito. Pero fue con Palabras encadenadas cuando obtuvo su primer gran éxito, recompensándolo con el XX Premio Born de Teatre y el Premio de la crítica Serra d’Or. No se puede discutir que Palabras encadenadas es un texto rompedor que cambió el panorama del teatro en su estreno.

Empezamos con una imagen inquietante. Una mujer atada a una silla en lo que parece un sótano y un hombre que ve una grabación en una televisión. De ahí la situación degenera en espiral, aunque parezca imposible. Descubrimos un divorcio doloroso, abuso físico y mental, mentiras, bromas desagradables, la búsqueda del placer, un juego de palabras y, sobre todo, asesinatos. ¿Qué haces cuando descubres que tu exmarido es un asesino en serie y que tú eres su última víctima?

Ramón (David Gutiérrez) es un psicópata, sabe que lo que hace está mal, pero no va a parar hasta llegar a su última víctima: Laura (Beatriz Rico), su exmujer, enfermera y psicóloga. Sin embargo, la sombra de la duda respecto a la condición mental de Ramón se hace progresivamente presente a lo largo de la obra. ¿Está realmente enfermo? ¿Es resultado todo de una ruptura llena de injusticias? ¿O quizás es producto de la inferencia de su madre, cuya presencia en la historia se va haciendo más evidente poco a poco?

Es difícil categorizar esta obra, los cambios de rumbo, las sorpresas y un texto enrevesado hace que la obra se sitúe en el triángulo de thriller, romance y comedia negra. Como un juego a tres bandas en constante evolución, en el que llegado un momento empiezas a intentar adivinar el siguiente giro.

En el apartado actoral, David Gutiérrez es sencillamente soberbio, tanto en los fragmentos grabados expresamente para la obra como en su dominio del espacio y la voz. Su interpretación encarrila la obra. Por su parte, Beatriz Rico sabe estar a la altura a la hora de darle la réplica. Desgarradora e irónica por exigencias texto, Rico nos presenta un personaje dual que nos encanta. Mención especial a la puesta en escena que nos propone un espacio claustrofóbico y terroríficamente creíble en el que sufrimos solo en empezar.

En resumen, el espectador debe acercarse a esta obra con claridad. Asumiendo que no sabe nada del contexto de estos dos personajes y dejando que sus sospechas y sus prejuicios fluyan con la obra.

Crítica realizada por Ariadna Ortega

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