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13.06.2022 Críticas  
Les tres germanes o el conformismo programado

Tras cosechar diversos premios de la crítica desde el 2020, el Teatre Lliure ha vuelto a programar Les tres germanes, un Chéjov en versión de Marc Artigau, Cristina Genebat y Julio Manrique, que dirige este último.

Plasmar la profundidad del alma de sus personajes suele ser de primordial importancia siempre para el autor ruso. El arco argumental gira en torno a ello, mientras que el tiempo y los sucesos externos corren paralelos a los protagonistas. Estos maduran o se pudren en el trayecto, y eso es lo más importante. Pero Chéjov siempre te envía de vuelta a casa con un pequeño rayo de esperanza.

En esta adaptación contemporánea Artigau, Genebat y Manrique actualizan época y entorno pero mantienen la esencia de la dramaturgia original: la nostalgia del pasado, la ansiedad que genera el futuro y la desidia de un presente que no nos hace felices, que nos aprisiona (como en una jaula de cristal) pero que no sabemos (o, a veces, no queremos) cambiar.

Manrique se ayuda de una siempre acertada (y esperada) ficha técnica que apoya y eleva su mensaje con una escenografía que, al final, siempre esconde alguna que otra sorpresa. Lluc Castells nos regala agua para limpiar el espíritu de las tres hermanas y ayudarlas a empezar de cero y Francesc Isern un hermoso álbum de fotos familiar que ponen la nota elegante y emotiva al montaje. Damien Bazin, quien recogió el Premio de la Crítica al mejor Espacio Sonoro en 2020, también participa con su selección musical y composiciones a la captura de atención y el sentimiento que se causa en el espectador.

La ficha artística de Les tres germanes es de las que ni cojea ni tambalea en ningún momento. Actores de varias generaciones de nuestro teatro conviven en perfecta armonía, convirtiendo el elenco en una familia, entendiendo a autor y director, interpretando el trasfondo de sus personajes y creando una gran comunión entre personaje y actor. María Rodríguez, Elena Tarrats y Lluís Soler se tragan a Masha, Irina y Chebutíkin y generan expectación en cada intervención. Soberbios sobre las tablas. Mireia Aixalà (merecidos premios a Mejor Actriz y Mejor Actriz de Reparto), a la que encuentro casi irreconocible, haciendo gala de una enorme versatilidad. Ivan Benet, Cristina Genebat, Jordi Rico, Joan Amargós, Marc Rius y Carme Fortuny imprescindibles e inolvidables.

Les tres germanes es un montaje generador de estados de ánimos vitales en cuatro actos con la inconfundible firma de Julio Manrique y su equipo. Se siente cómodo calzando lo trascendental, explorando interiores y desnudando seres humanos. Hay muchos espectadores a los que también nos gusta movernos por esos lares. Así que cuando espectador encuentra a director (y por ende, a esa familia) en el escenario de un teatro, se produce la magia. Gracias.

Crítica realizada por Diana Limones

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