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25.05.2022 Críticas  
La desesperación

En el céntrico Teatro Bellas Artes de Madrid se ha estrenado La coartada, una obra basada en la novela de Christy Hall que te mantiene pegado a la butaca y donde nada es lo que parece. Bernabé Rico dirige y adapta esta mezcla de intriga y drama que se puede disfrutar hasta el próximo 5 de junio.

La coartada presenta a mujer atormentada por su pasado que pide ayuda a su mejor amigo para entrenarse a testificar en la que posiblemente será la declaración más importante de su vida. De ella dependerá la custodia de su hija pero también su propia libertad. A lo largo de la noche, el intenso combate contra sus propios impulsos y pensamientos manifestará hasta dónde es capaz de llegar para evitar sus miedos. Cuando el público pone un pie en la sala del Teatro Bellas Artes debe estar dispuesto a soltar cualquier expectativa para abrazar lo que viene y que la experiencia sea plena. Bernabé Rico contribuye, con su adaptación y dirección, a la eliminación de barreras personales para lograr la utilización de este espacio con el objetivo de explorar la mente de la mujer protagonista y dejar de lado el rol de espectador pasivo. Evitar los miedos sólo los hace más aterradores y poderosos y todos los que forman parte de La Coartada asumen una responsabilidad artística, sin ningún tipo de planteamiento enrevesado, que conlleva comprender hasta límites insospechados la desesperación. La manera de hacer partícipes a los espectadores y espectadoras nos demuestra que es un espectáculo valiente y que logra que todos los elementos obedezcan a una línea general de creación que contempla la intriga como factor principal.

A partir de ahí, comienza la historia de Ana y también la nuestra porque el público deja de ser un mero espectador y se mete de lleno en el suceso que tiene lugar sobre las tablas gracias, entre otras cosas, al ritmo ágil y dinámico que combina los diálogos de los tres intérpretes.

La Coartada es un gran reto para su protagonista porque lleva el gran peso de la obra. Sobre la actriz María Castro reside la mayor carga interpretativa y expresiva y acapara toda la atención. Tira la casa por la ventana con su actuación para, al finalizar la obra, llevarse una gran ovación de los espectadores gracias a su delicado tránsito por todo tipo de sentimientos y emociones. Su tirón comercial es innegable de la misma manera que también lo es su versatilidad interpretativa. Daniel Muriel y Miguel Hermoso completan el reparto dejando de manifiesto el esfuerzo coral que tiene lugar sobre las tablas y que nos cautiva de principio a fin.

La escenografía es sobria pero sencilla, Juan Sanz es capaz de meternos de trasladarnos de un lugar a otro y de una emoción a su opuesta sin la necesidad de grandes despliegues que nos distraigan de lo verdaderamente importante. La iluminación y el sonido cumplen perfectamente su función dotando de fuerza y potencia a cada movimiento escénico para hacernos llegar hasta el fondo de la cuestión.

En definitiva, un espectáculo ágil y nada convencional que se va desgranando poco a poco.

Crítica realizada por Patricia Moreno

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