Ignasi Vidal nos trae la otra cara de la moneda del niño que todos llevamos dentro en el premiado Antoine El Musical. Del 13 al 30 de enero, el Teatro Rialto de Madrid nos presenta un sueño para todas las edades que recomiendo especialmente a los adultos que sólo ven sombreros y no saben dibujar corderos.
Con el Premio Max al Espectáculo Revelación y finalista a la mejor composición musical para un espectáculo escénico en 2021, Antoine no defrauda. La vida del autor de El Principito y la naturaleza autobiográfica de la obra se imaginan de manera inocente, pero no infantil, en el contexto de los viajes del autor, sus amores (el primero y más importante siendo su madre) y, sobre todo, la guerra.
Saint-Exupéry es un piloto experimentado y un escritor de éxito cuando estalla la Segunda Guerra Mundial. Es justo esta guerra lo que le empuja a escribir a su pequeño príncipe, y es la impotencia de ver a su país natal en peligro desde el otro lado del océano lo que le empuja a alistarse en el ejército del aire y poner rumbo a París en misiones suicidas.
Pero antes de esto, Antoine conoce mundo y amor. El musical nos presenta pequeños pedazos seminales de la vida del autor entrelazados con preciosos números musicales sacados de las páginas de El Principito.
Lo entrañable de la obra es como la seriedad y adultez de la vida de principios de siglo se difumina en un suspiro con la inocencia de los personajes de Saint-Exupéry y las lecciones de la vida del autor se plasman en el libro convertido en música.
El director y creador, Ignasi Vidal se une a Shuarma (Elefantes), cantante y compositor, para la creación de una música original digna de los mejores escenarios de Broadway. Los actores son todos gloriosos, traen un torrente de voz y expresión corporal a las escenas musicales y delicadeza y dicción perfecta en los actos hablados. Desde la butaca uno siente como es llevado de la mano en un viaje intimista a las vivencias de Saint-Exupéry a través de los capítulos de El Principito que se enfrentan a años de la vida real del autor en un carrusel de metáforas vivas. Humor, alegría, pasión, pérdida, y angustia existencial mezcladas con la mirada sincera del niño que todos llevamos dentro.
Javier Godino (Antoine) es un imán sobre el escenario, incluso en escenas donde es secundario brilla con luz propia, y es reseñable su química con todo el elenco, especialmente con Aida de la Cruz (Consuelo), Víctor Arbelo (El Principito) y Javier Arroyo (en múltiples papeles, destacable como El Rey). Los momentos de humor que nos regalan Javier Enguix, Javier Arroyo y Vicenç Miralles nos devuelven a la niñez de manera momentánea y ver a Víctor Arbelo hacer magia con la voz y las palabras son momentos que, personalmente, llevaré siempre conmigo como el mejor homenaje a mis queridísimos personajes de El Principito.
El trabajo escenográfico y audiovisual es una obra de arte con las citas y cartas originales apareciendo como fondo y acercándonos aún más a nuestro ya querido Antoine con una puesta en escena que tiene como principal protagonista la imaginación del espectador. Por último, es imposible no agradecer el vestuario y la creación del pequeño zorro tan fiel a los dibujos del autor y a la vez tan original y vivo.
Si ya conoces la vida de Antoine de Saint-Exupéry vas a vivirla como nunca antes y si no la conoces, como era mi caso, vas a descubrir a un hombre profundo y complejo que sólo quería volver a la inocencia, a las flores sin espinas y los zorros domesticados. Un premio Max más que merecido y un musical más que recomendado.
Crítica realizada por Ariadna Ortega