Principantes nos acerca en los Teatros del Canal de Madrid la visión de Raymond Carver sobre este sentimiento en una puesta en escena escrita por Juan Cavestany, dirigida por Andrés Lima e interpretada por Javier Gutiérrez, Mónica Regueiro, Daniel Pérez Prada y Vicky Luengo.
Decir Raymond Carver es decir, entre otras muchas cosas, relatos cortos en los que la vida queda sintetizada con maestría, sin alterar ni un ápice cada uno de los elementos que la hacen sencilla y compleja a la par. Material al que Juan Cavestany se ajusta con acierto, su texto respeta su esencia y adapta muy correctamente su mensaje e intención. Aun así, Principiantes no es un libreto fácil, su profundidad y la hendidura del análisis, autopsia y auditoría que hace a través el encuentro de dos parejas -una consolidada, otra en camino- de las relaciones, la intimidad y la voluntad que las mantiene es una aventura sola apta para muy dotados y dispuestos. Andrés Lima, con un currículum como director como las dos entregas de Shock o El chico de la última fila en el Centro Dramático Nacional, por citar algunas, parece el profesional idóneo para encargarse de ello.
Sin embargo, mis expectativas no se vieron cubiertas. Finalicé la representación con la sensación de haber asistido a un conjunto de piezas que coincidían sobre el escenario pero que no estaban encajadas. Ni siquiera atisbé las costuras del puzle técnico y artístico que es todo montaje teatral. Hay medios, la sala verde de los Teatros del Canal no es un espacio cualquiera, y actores reconocidos, Javier Gutiérrez es ese intérprete que parece correcto pero que, si le pones el foco, ves cómo consigue matices, detalles e invisibilidades a las que solo los muy buenos son capaces de llegar.
Si cerraba lo ojos entendía lo que se me estaba contando, lo que sucedía en esa vivienda donde se han reunido dos hombres y dos mujeres con ganas, deseo y anhelo de beber para olvidarse, liberarse y hundirse en ellos mismos. Solo lo hice unos momentos para constatar lo que intuía, que lo que veía no tenía el alma y la garra, la verdad y la voluntad de lo que Raymond Carver había escrito. El texto resultaba ser un algo frío al que se acoplan la iluminación de Valentín Álvarez, la videocreación de Miquel Àngel Raió o la escenografía de Beatriz San Juan, pero sin llegar a fundirse con él. Parecen estar al margen de la intención y la variabilidad de su ritmo.
Otro tanto me ocurrió con los trabajos de Mónica Regueiro, Daniel Pérez Prada y Vicky Luengo. Se notan las tablas de Daniel y Vicky, pero no me convencieron. No me creía que estuvieran sintiendo lo que sus palabras transmitían, que su pensamiento, pose y verbo fueran acordes a lo que estas revelaban, escondían y dejaban entrever. Me vinieron al recuerdo la suciedad y los gritos de ¿Quién teme a Virginia Woolf? o la guerra marital de La gata sobre el tejado de zinc, dramaturgias bárbaras, pero de los que he visto representaciones que me impactaron. Este Principiantes no lo hizo, me quedé sin saber de qué hablamos cuando hablamos de amor.
Crítica realizada por Lucas Ferreira