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22.06.2021 Críticas  
Primero para arriba, y luego para abajo

Los mejores estrenos de la temporada parece que se disfrutan en versión limitada, y eso ocurre con Ese toro que no veíamos de Mujer en obras en el Teatro Galileo de Madrid, dentro del festival Sala Joven, una muestra de teatro producido por creadores y creadoras entre los 20 y los 35 años. Maternidad, grupos de WhatsApp de madres del cole, y Zoom pandémico.

A falta de haber visto LA estrenado en Nave 73 dentro del SURGE en 2017 por “cosas”, el pasado 2020 ya pude disfrutar de Cucaracha con paisaje de fondo también en Nave 73 dentro de, una vez más, el SURGE, y no hago más que arrepentirme de que esas “cosas” del 2017 me hiciesen no acudir a LA para ahora tener una visión general de ese retablo de la Santísima Trinidad que, imagino, acaba de cerrar la compañía y Javier Ballesteros.

Ese toro que no veíamos fue una pieza dentro del ciclo Confín del magnífico Festival de Otoño de Alberto Conejero, que tuvo una única representación en Réplika Teatro el pasado mes de noviembre, y que ahora se programa en estas cinco funciones en la Sala Joven del Teatro Galileo (millones de gracias). Este proyecto es una serie de monólogos y conversaciones entre ocho mamis (Matilde Gimeno, Virginia de la Cruz, María Jáimez, Laura Barceló, Violeta Orgaz, Pilar Bergés, Eva Chocrón y June Velayos) y un toro (Víctor Nacarino) que nosotros vemos pero ellas no vieron venir. El toro en la habitación es la COVID-19, que nos mantuvo confinados y atisbando por la ventana ese enemigo invisible que puede embestirnos en cuento bajamos la guardia y mandarnos directamente a la enfermería de la plaza, o peor, al Hospital Zendal.

Los sellos personales de cada compañía, ya sea en cuento a la plástica, la dramaturgia o el equipo artístico es la brújula que todo buen aficionado necesita para orientarse en temporadas teatrales cada vez más erráticas, despersonalizadas, o comerciales en el peor de los sentidos; donde cada vez es más patente el signo político que dirige el área de cultura de la ciudad de marras, los amigos del director artístico de la sala, o los propios directores programándose y reprogramándose en una espiral viciosa y onanista sin fin. Mujer en obras contando con estas fantásticas actrices, la dirección de arte, vestuario y escenografía de Ernesto Artillo, y la iluminación de Antiel Jiménez; son ya una compañía con una fuerte identidad y entidad en las escénicas nacionales, y ojalá pronto sus fronteras se amplíen y festivales como el presente Sala Joven les permita emprender un encierro nacional e internacional por las calles con gran final en grandes plazas.

Ese toro que no veíamos es una pieza escénica con ingente mala leche, humor negro, y muchísima crítica social, en la que todos podemos sentir como reconocibles a cualquiera de los personajes que se van presentando, ya que todos sufrimos a diario de esa gente, o hemos sido ellos en los meses de encierro; al menos a esa novia recubierta de mierda. Es magnífica la composición central de la obra (gracias A., efectivamente estuve living con la canción), son icónicas las frases de algunas de esas mujeres, que parecen sacadas de un programa de Callejeros, y es excepcional el limo reflexivo y crítico de Javier Ballesteros en esta pieza, creando atmósferas inquietantes como la de la pequeña Ane, ausente pero presente a la vez en su propia casa, o la llamada telefónica de Marina, que parece creado por Michael Haneke.

La mujer en obras consigue con este Ese toro que no veíamos en convertirme en un seguidor de su credo absurdo, costumbrista y negrísimo, y en una cita que esperar con ansias en cualquier programación que la temporada se precie, aunque sea anualmente en cada SURGE o si su talento es reconocido y abrazado por el circuito de teatros nacionales.

Crítica realizada por Ismael Lomana

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