Lara Brown presentó Ser devenir en la Sala Cuarta Pared de Madrid como parte del ciclo MoverMadrid. Esta creación, experimento, o “cosa”, como lo define su autora, explora el cuerpo como si lo viera y tocara por primera vez, la relación e independencia de sus miembros, aprendiendo a mirarlo y manejarlo como algo ajeno a ella misma.
Es la magia del cuerpo. A veces se ha tratado como algo pecaminoso, que debía cubrirse; a veces se ha tratado como un trofeo resultado de dietas y maquillaje; otras, simplemente se ha ignorado o denostado frente al llamado cerebro (a pesar de ser este también parte del propio cuerpo), o de ser reflejo de nuestro estado de salud, estrés o preocupaciones.
Brown trabaja con el cuerpo y es consciente del mismo hasta el punto de convertirlo en la propia función. La creadora se coloca entre cuatro focos y comienza por descubrir el cuerpo mientras limpia su piel. El público explora su cuerpo con ella, nos hipnotiza a través de su mirada y su tacto.
Ella, tremendamente concentrada, se enfrenta a una especie de ritual, en que, lentamente, compara sus extremidades, descubre sus simetrías, recorre su piel, hunde sus dedos en ella para averiguar su profundidad, su textura. “Pienso haciendo”, decía Brown en el coloquio después de la función. El público ha asistido a este proceso.
La creadora se convierte en una especie de troglodita inocente, en un ser que se descubre por primera vez, en una niña; a veces un recipiente vacío, que experimenta su propio peso, la gravedad en sus miembros, que no acierta a ponerse en pie. Debe encontrar su propio ritmo.
Ser devenir no es una pieza de danza al uso; es una performance existencial a través del movimiento y la repetición, una oda al cuerpo, a la liberación y a una nueva mirada, a un caparazón o envoltorio que, lejos de limitarnos, nos permite expandirnos, resetearnos.
Crítica realizada por Susana Inés Pérez