Magüi Mira adapta y dirige la comedia dramática El abrazo, una versión del texto de la popular escritora sueca Christina Herrström en el que se mezcla realismo y fantasía y que puede disfrutarse sobre las tablas del Teatro Bellas Artes de Madrid.
La obra presenta a Rosa y a Juan, dos personas de avanzada edad que fueron amantes y que después de casi una vida logran reencontrarse por casualidad. Ambos se funden en un abrazo y narran sus últimas experiencias vitales, rememorando sus momentos juntos y el deseo que albergaban de tener un hijo común. Es la primera vez que se adapta este texto para los escenarios españoles, una comedia dramática en la que se combinan realismo y fantasía, aderezada con ciertas dosis de humor blanco que provoca la sonrisa sana e inocente de prácticamente todo el patio de butacas.
Comienza la aventura teatral, aparecen los dos personajes principales que sostienen esta emotiva historia y empiezan arrancando sonrisas a un público completamente entregado a un montón de diálogos más o menos ingeniosos que cumplen el cometido de entretener y que nos hacen reflexionar sobre si somos capaces de asumir otra realidad en la que no existan los muros que nos han impedido alcanzar nuestros sueños. Su tirón comercial es innegable y en gran medida se debe a la presencia de la estrella televisiva María Galiana y es que la actriz sevillana aparece en la serie más longeva de la historia de la televisión en España. Una buena apuesta que nos permite disfrutar de un gran trabajo actoral y adelantar que esta obra posiblemente será uno de los éxitos de la temporada.
María Galiana y Juan Meseguer forman un fabuloso combo en el que se aprecia la gran química que hay entre ambos porque, independientemente de lo demás, es innegable que tienen una enorme complicidad y que están compenetrados desde que se levanta el telón hasta el final de El abrazo. La actriz demuestra que con su desparpajo, espontaneidad, vis cómica y su gestualidad es capaz de dotar de frescura a esta obra que en determinados momentos adquiere un transitar excesivamente lento a pesar de su corta duración. Por otro lado, el actor murciano se desenvuelve realmente bien con su personaje y va ganando fuerza y seguridad a medida que transcurre la función. Maravillosa coordinación de recursos expresivos que el público disfruta con entusiasmo porque ambos se llevan una sonora ovación de los espectadores y espectadoras. Completa el reparto Jean Cruz que, aunque su papel es bastante más pequeño, su actuación no logra convencer del todo y a mí me alejó de la sensibilidad que la obra pretende desprender.
Dejando a un lado las interpretaciones, la acertada y sobria escenografía permite que nos adentremos en lo que va sucediendo sobre las tablas sin que nada nos distraiga de lo verdaderamente importante. Es una lástima que no todos los aspectos técnicos se complementen bien porque el sonido, a manos de Jorge Muñoz, es bastante mejorable. Los dos personajes principales tienen una voz con tintes robóticos y algo de eco en la primera parte de la función, pero menos mal que este aspecto se logra corregir porque resulta bastante incómodo. Todo bien acompañado por una correcta iluminación de la que se encarga José Manuel Guerra y que ayuda a que el público imagine dónde tiene lugar cada acción.
En definitiva, una comedia dramática dirigida a un público que busque el mero entretenimiento y que quiera disfrutar de actuaciones frescas y dinámicas en estos tiempos llenos de incertidumbre.
Crítica realizada por Patricia Moreno