Provisional Danza ofreció tres únicas funciones de La miel en la Sala Cuarta Pared de Madrid. Carmen Werner, directora, coreógrafa e intérprete del proyecto, baila junto con Sebastián Calvo, Tatiana Chorot, Cristian López y Alejandro Morata y crea una pieza con sello propio, tomando como referencia la forma de actuar de las abejas.
Es esta una pieza de danza fundamentalmente, en que los bailarines experimentan con la simetría, las perspectivas y las sombras, a través un elaborado trabajo de suelo, del contraste de movimientos robóticos y fluidos y el trabajo sobre las extremidades.
Los bailarines se mueven en una escenografía sobria, pero muy sugerente, que se basa en la naturaleza, el verdor de la primavera y de la vida, que se vierte y expande sobre todo. El trabajo con el objeto es fundamental para la creación de figuras sorprendentes y el desarrollo de la pieza: esas macetas que los intérpretes van cambiando de lugar buscan la luz, como las abejas, como el ser humano.
El baile alrededor de estas macetas es sutil, a veces agresivo, sin tocarlas en ningún momento a menos que se cojan o recojan del suelo. Pareciera que lo que parece ayudar al otro en ocasiones se convierte en obstáculo. La coreografía, como la música, oscila entre momentos agresivos y tranquilos, coexistiendo en escena estas dos tendencias simultáneamente, ya sea un bailarín solo o varios que se complementan y fusionan.
Las parejas o grupos parecen, por momentos, colaborar unos con otros, ayudarse, solidarizarse, trabajar en equipo; otras veces, parece que hunden, obstaculizan y cohíben al otro, impidiéndole desenvolverse con libertad y tomar decisiones. Quizá el ser humano debe encontrar el equilibrio.
Las intervenciones de los bailarines suponen una ruptura en la narrativa de la función y el lenguaje corporal, de la danza, y resultan tanto divertidas como siniestras. No desvelan nada, no se explican, acercándose al teatro del absurdo y dejando al espectador sacar sus propias conclusiones. Werner habla del trasplante, asegurando que es más difícil en las personas. Se trata de reflexiones aparentemente sencillas y disparatadas, pero tremendamente profundas en torno al ser humano y el animal, en torno a la invisibilidad, la rutina, la inercia, las raíces y el cambio geográfico, emocional o social.
La miel es una delicia para los ojos y los oídos, para disfrutar de la danza y el arte, una pregunta que no cesa. A través de una propuesta sobria, original, cercana a la danza-teatro, sobre todo desde el punto de vista de la repetición, la compañía Provisional Danza expresa lo inefable con humor y con sus cuerpos, sorprendiendo al espectador, creando imágenes inesperadas e impredecibles, que invitan a seguir descifrándonos en tiempos difíciles.
Crítica realizada por Susana Inés Pérez