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17.03.2021 Críticas  
Las mil caras del patriarcado

Naves del Español de Madrid acoge desde el pasado 13 de marzo el regreso de uno de los montajes más potentes de los últimos tiempos. Prostitución, obra dirigida por Andrés Lima es el resultado de un largo trabajo de investigación sobre un tema que no deja indiferente a nadie y que puede disfrutarse de nuevo con la presencia de tres de las mejores actrices de nuestro país.

El gran éxito cosechado durante sus primeras representaciones el año pasado en Madrid y el de su gira, que ha llevado el espectáculo a varias ciudades españolas como Valencia, Gijón, Valladolid y Badajoz ha hecho posible que el centro de artes escénicas situado en Matadero se llene de nuevo de espectadores y espectadoras con ganas de hundirse en su butaca quedándose casi sin respiración gracias a este enérgico y poderoso montaje predestinado a perdurar en la memoria. Qué afortunada me siento.

En torno a 100 000 mujeres ejercen la prostitución en España y entre 30 000 y 40 000 podrían ser víctimas de la trata de seres humanos en nuestro país. España es el tercer país del mundo con más consumo de prostitución, después de Tailandia y Puerto Rico. El 39% de varones españoles, según Naciones Unidas, ha pagado por mantener relaciones sexuales en alguna ocasión. Un negocio que mueve cinco millones de euros diarios y que se normaliza y admite por la sociedad, ignorando el intenso sufrimiento que conlleva. La actriz Nathalie Poza nos declara estos y otros datos que nos dejan estupefactos y con un nudo en el estómago al inicio de la representación. Me encanta cuando el teatro, además de para entretener, se utiliza para remover conciencias y hacernos reflexionar sobre lo que estamos presenciando y es que el trabajo de los dramaturgos Andrés Lima y Albert Boronat tiene la capacidad de contemplar la sociedad en la que vivimos, ver lo que sucede a nuestro alrededor y denunciarlo sobre las tablas a partir de una exploración de la prostitución que comenzó a finales de 2017.

Una investigación y unos testimonios de Ana María, Isabela, Lucía, Alexa y Alicia de la que sirven para tres fabulosas actrices se nutran a lo largo de las más de dos horas que dura este montaje. Carmen Machi, Nathalie Poza y Carolina Yuste desprenden mucha química y conectan en escena desde el primer minuto, haciendo que todo encaje a la perfección. No es la primera vez que veo a Machi sobre las tablas y pienso que merece mucho la pena disfrutar en directo de su magnífico trabajo, es admirable la soltura que tiene en el manejo corporal y cómo logra involucrar constantemente al público; ella está soberbia gracias a su desparpajo y su vis cómica. Poza también está espléndida demostrando una auténtica exhibición de versatilidad interpretativa que atrapa a los espectadores y espectadoras, expresa con todo lujo de detalles la dolorosa verdad que nos deja exhaustos. Yuste, la más inexperta de las tres, no se queda atrás y demuestra que también es una actriz en mayúsculas; se mueve como pez en el agua y nos da una preciosa lección de dicción e interpretación. Estamos frente a un reparto de lujo que fluye sobre el escenario y que manifiesta un admirable esfuerzo coral. ¡Hay que quitarse el sombrero por la elección del elenco y por la excelente dirección de las tres actrices! Y junto a ellas, también en el escenario, Laia Vallés se encarga de la música en directo y se pone en la piel de un chico que se prostituye.

Otro de los puntos fuertes que hay que destacar en Prostitución es la unión de todos los elementos que ayudan a entender mejor lo que sucede en la sala Fernando Arrabal. La escenografía de Beatriz San Juan y la iluminación de Valentín Álvarez cumplen perfectamente su función y dotan de fuerza cada movimiento escénico. Y es que todo fluye de manera dinámica, incluida la cautivadora música, para que el público permanezca inmerso en esta obra que deja huella al salir del teatro.

Una propuesta que se va desgranando poco a poco para hacernos ver, a través de sus propias palabras la cruda realidad de las mujeres que hacen la calle. En determinados momentos falta algo de fuerza, el ritmo de la obra decae con la adaptación de los textos de las activistas defendiendo una postura regulacionista frente a una abolicionista porque un enfrentamiento tan importante que debilita al feminismo parece que pasa sin pena ni gloria, de manera bastante reduccionista, sobre el escenario.

En definitiva, Prostitución es una obra de teatro que nos blinda una segunda oportunidad sobre las tablas madrileñas y que si te la pierdes, sentirás haberlo hecho.

Crítica realizada por Patricia Moreno

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