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08.01.2021 Críticas  
Aplicada y desasosegante aproximación teatral

La Sala Versus Glòries acoge la adaptación escénica de uno de los relatos más influyentes de la literatura norteamericana de finales del siglo XIX. L’empaperat groc sube a las tablas a Charlotte Perkins Gilman a partir de una adaptación y traducción de Xavier Quero y una perturbadora interpretación de Roser Batalla.

El texto dramático es fiel tanto al contenido como a las resonancias del original y bebe de los géneros literarios primigenios. Al mismo tiempo se convierte en espejo y bisagra de los mismos para saltar del papel al escenario, consiguiendo una nueva vida que aprovecha las posibilidades dramáticas en todo momento. Quero firma también la dirección, junto a Frank Capdet. Ambos se convierten en importantes facilitadores y guías tanto para la intérprete protagonista como para los espectadores. De su implicación se consigue una pieza que transita por distintos códigos manteniendo una progresión similar a la que refleja el personaje. Ritmo e intensidad creciente y mantenida de principio a fin.

A su vez, Batalla realiza un esfuerzo considerable y fructífero. Uno de los misterios «formales» del relato es la posibilidad que se ofrece al lector de descubrir por sí mismo que significa el papel de pared titular. La actriz consigue que leamos de un modo entre intuitivo y sensorial a través de la mirada y la escucha su propio recorrido. Mediante su rostro, elocución y movimiento escénico lo hacemos nuestro y el descubrimiento resulta no por compartido menos doloroso y escalofriante. Una aproximación más que adecuada y encarrilada hacia el componente gótico del material de partida y un pulso especialmente bien jugado a través de esta inmersión en la «locura» de su personaje. Emblema a través de su caso individual de todo el movimiento (literario y no) feminista de la época. Algo totalmente extrapolable y alegórico de y hacia los tiempos actuales. Un trabajo que ejemplifica a través de la manifestación artística de su artífice los efectos y consecuencias intrínsecas de las restricciones sociales sobre lo que se «debe» hacer y lo que no y que indaga en las reacciones de un alma recluida y sometida a una presión excesiva y elevada.

Una labor completamente abrazada por la puesta en escena y la caracterización. A este respecto, el estalinismo y vestuario de Anneke Necro y Magdalena Gómez ayudan a la protagonista a la vez que marcan la época en la que localizamos la acción. La escenografía de Xavier Vila «encierra» a nuestra compañera de viaje entre dos paneles y la lateralidad y forma rectangular nos incluye de algún modo en la habitación. Junto al diseño de iluminación de Dani Gener veremos las luces y sombras de todo el entramado. También el anímico e interior. Los distintos elementos de utillería (que Batalla aprovecha e integra con soltura) aportan verosimilitud creciente. Todas las disciplinas utilizan y enfatizan la relevancia cromática del amarillo en esta historia. El espacio sonoro, también de Quero, redondea el resultado final magnificando tan particular y desasosegante atmósfera.

Finalmente, L’empaperat groc cuenta con dos fuertes pilares que aseguran que el testimonio de Perkins está en buenas manos y, sobretodo, que llega con toda su valía retórica, conceptual e ideológica. Como hemos dicho, el trabajo de adaptación y traducción de Quero cuida matices y detalles e incide donde y cuándo debe. Algo que la meticulosa labor de Batalla asimila en el terreno de la interpretación, arriesgando sin miedo para llevarnos de la mano por tan complejo y opresivo estado anímico.

Crítica realizada por Fernando Solla

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