La noche del año es una comedia de Carlos Mesa que puede verse en los Teatros Luchana de Madrid. Noe (Sara Herranz), Lito (Ger) y Lucía (Paula Reyes) son compañeros de piso y se disponen a salir de fiesta en Nochevieja.
Miro mi entrada: comedia inmersiva. Pienso cómo podrán involucrarme en la fiesta sin perjudicar la obra. Lo consiguen. No voy a desvelarle al potencial espectador nada más. Solo diré que, en tiempos de pandemia, la fiesta puede sentirse y hacerse desde una butaca, eso sí, permaneciendo sentado y con mascarilla.
Estamos en un cotillón y en la casa de los tres personajes; se alternan las imágenes, especialmente cuando tratan de reconstruir qué pasó durante la noche. La dirección de Víctor Páez aporta dinamismo a la acción y los cambios de escenario, que resultan del todo creíbles y distinguibles, pese al poco decorado.
Los tres actores realizan un trabajo titánico con los cambios de escenario y con la propia interpretación de sus personajes, manteniendo la energía en todo momento y la atención de los espectadores. Conocemos a los personajes de manera muy general, pero esto no supone que la comedia resulte superficial.
El juego entre las diferentes personalidades constituye el inicio de la función. Cada personaje nos desvela sus pensamientos bajo un foco. Esta escena, que sirve de presentación, podría resultar redundante o innecesaria, pero tendrá su razón de ser al final del espectáculo, en un recorrido circular.
Destaca la labor de los tres actores, pero, quizá, el más atractivo sea el personaje de Lucía, que tiene la suerte de interpretar Paula Reyes y que se opone de muchas maneras, forma de pensar, actitudes o reacciones, a los otros dos personajes. Todos tienen vis cómica, pero Lucía es ese personaje que es un regalo para mostrar las habilidades del actor.
El texto, coloquial y juvenil, contiene referencias de todo tipo, que todo el mundo conoce. Quizá la situación o argumento de la obra invite a público joven, pero doy fe de que es para todos los público. Incluso aquellos que, en principio, no disfrutamos con chistes sexuales o lenguaje soez, por decirlo de alguna manera, no podemos evitar reírnos con esta comedia. Si no es el teatro que acostumbran a ver, abran la mente y verán.
La noche del año es una fiesta del teatro, una creación disparatada y muy real, que nos recuerda que lo más inesperado puede pasar. También es un recordatoria de tiempos previos al COVID, pero la nostalgia que podamos sentir se transforma en ansías de futuro libre de virus y lleno de vida, y para nada empaña el humor de la obra. Merece la pena ver una comedia fresca, joven, bien trabajada, entretenida y optimista. Más que nunca, un reducto para olvidarse por un ratito de la situación actual.
Crítica realizada por Susana Inés Pérez