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12.12.2020 Críticas  
Antes, durante y después del amor

El Aquitània Teatre de Barcelona presenta hasta el 20 de Diciembre SMILEY Després de l’amor. Una obra que rememora la historia de amor que disfrutamos hace 8 años entre Alex y Bruno y que nos cuenta lo acaecido hasta día de hoy. ¿Qué habrá pasado entre ellos? Descúbrelo en una comedia fresca, adictiva, con un ritmo trepidante y ¿romántica?.

¿Qué habrá pasado entre ellos? Esa fue la primera pregunta que se me vino a la cabeza una vez Guillem Clua, dramaturgo y director, anunció que estaba escribiendo la segunda parte de la exitosa comedia. Según indicaba: «La obra más difícil que he escrito nunca». Y es cierto en gran parte, ya que todos los que acudimos a ver la primera obra salimos con una certera idea en la cabeza: son tan diferentes pero a la vez tan iguales. Son tan el uno para el otro pero, a su vez, sus prejuicios los distancian. Son todo, y no no son nada. Ya sabes, como ese constante «run-run» que (casi) todos tenemos en la cabeza al estar en pareja y que no nos deja estar tranquilos. Esas eternas dudas que no quieres escuchar en las que te preguntas si lo que haces es lo correcto.

SMILEY Després de l’amor recupera ahora a Alex y Bruno (Ramon Pujol y Albert Triola); los mismos protagonistas que nos enamoraron hace 8 años (Noviembre de 2012; Sala Flyhard de Barcelona) en el éxito teatral SMILEY Una historia de amor.

En dicho escenario, nació una historia de amor que apuntaba alto. Ese primer beso sellaba un futuro prometedor lleno de esperanza. SMILEY enseguida enamoró a los espectadores barceloneses y, como no podía ser de otra forma, la obra saltó, primero, al Teatre Lliure y, después, al desaparecido Club Capitol donde estuvo en diferentes temporadas hasta marzo de 2015. A la gira catalana le siguió la producción madrileña, que llenó el Teatro Lara y el Teatro Maravillas. Y le faltó tiempo para romper fronteras y ser traducida a varias lenguas para ser escenificada en Alemania, Grecia, Chipre, Italia, Chile, Puerto Rico, Perú, Uruguay, Venezuela, Miami o Nueva York. Actualmente, está a punto de estrenar en Singapur y Australia.

Pensábamos que ahí acababa todo, que esa comedia romántica con sabor a caramelo salado mezclado con chili había quedado en el olvido. Pero no ha sido así y los personajes han vuelto a lo grande.

Guillem Clua es un artista como dramaturgo. Las líneas que escribe y los personajes que crea son tan reales como nosotros. En sus reacciones, reconocerás rápidamente a amigos, familiares e, incluso, te reconocerás a ti. Y es que cualquiera, independientemente de su sexualidad, se siente identificado con la historia que Alex y Bruno nos cuentan sobre las tablas del Aquitània Teatre. Efectivamente, Clua no nos iba a dejar sin los clásicos y esperados chascarrillos que los personajes realizan de forma pedagógica a los heteros de la sala en la que explican temas relacionados con el mundo gay. Sí, para que engañarnos, los deseábamos. De la misma forma que nos engancha la forma que Clua tiene de explicar la historia a través de sus personajes. Esa continua rotura de la cuarta pared, como si ambos personajes estuvieran en el diván del psicólogo explicando sus penas (y sus alegrías; que también las hay). Esas confidencias de las que somos testigos y, tras las cuales, solo quieres levantarte de la butaca, subir las escaleras del teatro y abrazarles.

Ocho años dan para mucho y, entre ellos, han pasado muchas cosas. Los personajes se han hecho mayores, su mentalidad ha cambiado con el tiempo pero sus dudas e inseguridades siguen ahí. Nosotros nos hemos hecho mayores y, como espectadores, empatizamos perfectamente con la comedia que Clua ha creado de una forma redonda. Entendemos lo que ha pasado, comprendemos ambas situaciones y, nos sorprendemos y se nos cae la lágrima en otras que compartimos. Un trabajo dramatúrgico y de dirección perfecto a la milésima creando una comedia ¿romántica? fresca, divertida, ágil, con un ritmo frenético y adictivo a un nivel que muy pocas consiguen. Chapó por Clua.

Por la parte actoral, no podríamos estar más contentos. En primer lugar, porque Clua recupera a los grandes actores originales que formaron parte de la primera comedia (Ramon Pujol y Albert Triola) cuya interpretación tenemos grabada a fuego. ¡Bravo!. Y, en segundo lugar, porque esta elección da una veracidad a la historia con la que empatizar a un nivel inesperado. Alex y Bruno, Pujol y Triola, nos hablan como amigos cercanos, con sinceridad, nos explican sus traumas, sus vivencias, sus historias y, para nosotros, el simple público de la butaca que vivimos nacer su historia, indirectamente, los tratamos como familia. La familia que escogemos, la que no se nos impone. Gran parte de culpa en ello es la gran interpretación que ambos realizan. Albert Triola despunta como el gran actor de comedia que es, con esa agilidad mental, esos magníficos cambios de registro, esa expresividad en todo su ser. Por otro lado, Ramón Pujol, nos muestra como un personaje inicialmente simple y superficial se convierte en la personificación de la ternura. Esa ternura que todos quisiéramos desprender y que él esconde bajo una capa de dura frialdad que lo destroza por dentro. Su coraza de superficialidad se resquebraja poco a poco para dejar entrever nuevas capas de un personaje que no habíamos visto hasta ahora.

Según Clua, todo ha terminado. La historia de Bruno y Alex ha llegado a su fin con SMILEY Després de l’amor; y lo entendemos. Por mucho que nos enganche, lo mejor es dejarlo como está. Pero hoy, tras varios días de confinamiento tras su estreno en Barcelona, aun sigo recordando mi visita al teatro; y esto solo ocurre cuando un dramaturgo es bueno y unos actores lo dan todo en escena para hacerte sentir como nunca. Todos necesitábamos saber más sobre estos personajes y sorprendernos con la continuación de la historia. No hay nada como llegar al teatro con una idea y salir de él con otra totalmente distinta.

¿Qué sería de SMILEY Una historia de amor sin SMILEY Després de l’amor?

Crítica realizada por Norman Marsà

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