La sala Fernando Arrabal de las Naves del Español en Matadero de Madrid acoge J’attendrai, un montaje sobre un texto de José Ramón Fernández, y dirigido por Emilio del Valle, en el que se recrea una enternecedora historia de encuentros y heridas que deben cerrarse. Acontecimientos de nuestra historia que no deben caer en el olvido.
J’attendrai es una conocida canción francesa, que alcanzó gran popularidad en los años 30, versionada a infinidad de idiomas, habla de un amor que se va y jamás regresa. El texto, basado en recuerdos familiares del mismo autor, nos cuenta el periplo de un español que huyendo de la Guerra Civil acaba arrestado y deportado a Mauthausen. Allí conoce a Christian, quien antes de ahorcarse le pide que fuera a visitar a su novia y le diera la triste noticia. El español no fue capaz de hacerlo en su momento hasta que ya entrado en años y acompañado de su nieta vuelve a la casa de la novia para dar el mensaje que tenía que haber dado años atrás.
La historia es bella y bienintencionada. El montaje empieza con música en directo, y como no con la canción que da nombre a la función. En directo también se cocinará una tarta de manzana. Lo dicho, todo buenas intenciones que se quedan en eso y que no llegan a calar todo lo que debieran en el espectador.
Se cuentan dos historias, la ya mencionada y la del mismo autor del texto, que se debate entre escribirlo o no, en si es necesario que una historia así se cuente. Esa parte, que se intercala constantemente en la historia principal, y que el elenco, a forma de coro, conciencia, responde a ese atribulado autor, nos saca totalmente del ambiente de la historia principal. Se entiende la intención pero no está bien resuelta la idea, provocando casi molestia cada vez que el autor interrumpe el desarrollo de la historia para contarnos sus preocupaciones.
El mensaje es evidente, la historia merece contarse para no olvidarse. Campos de concentración, muerte, heridas que hay que cerrar, obligaciones que cumplir para poder irse en paz. Chema de Miguel lleva el peso como Pepe, ese preso que vuelve en su avanzada edad a dar el mensaje que no pudo dar cuando fue liberado de los campos. Chema está un escalón por encima del joven elenco. Su edad y tablas se notan y acentúan. Camila Almeida como la nieta divierte por su frescura, y es la que menos afectada está. El resto, a saber Jorge Muñoz como el dramaturgo, Paula Ruiz, Cristina Gallego y Denis Gómez se esfuerzan en contar una historia muy emotiva a la que le ponen un exceso de afectación. Hay drama, eso es evidente, pero se subraya en demasía, lo que aleja al espectador de la emoción buscada. Visualmente el espectáculo es correcto, y la duración es ajustada.
J’attendrai se queda en un espectáculo demasiado bien intencionado al que le falta una vuelta de tuerca para llegar a tocar las emociones. Menos es más, y aquí hay un poco de más que detrae del resultado a esperar.
Crítica realizada por Moisés C. Alabau