El 38 Festival de Otoño de Madrid pasa en este comienzo por Nave 73 con una pieza de danza de Pau Aran, Lettre d’amour, junto a Consuelo Trujillo, para acercarnos al breve legado de César Moro, desgranándonos versos en palabra y danza sobre el escenario.
Lettre d’amour dirigida en interpretada por Pau Aran, y acompañado sobre el escenario por Consuelo Trujillo y a la dramaturgia por Alberto Conejero, surge de una serie de cuestionamientos sobre cómo dirigirse a alguien que no está, cómo se expresa algo que ya no se siente, o cómo se comienza de nuevo; toda una serie de preguntas que enmarcadas en la actual incertidumbre arrastrada desde el mes de marzo, no ya como una crisis personal sino compartida por toda la colectividad de la raza humana, cobran especial relevancia en este dueto para un bailarín, o este solo para dos intérpretes.
Pau Aran llena el espacio escénico con su presencia y toda una técnica de danza perfeccionada en la larga trayectoria de su pertenencia al Tanztheater Wuppertal bajo la dirección de Pina Bausch, y ese legado del cuerpo es el que comparte con la palabra de Consuelo Trujillo, que hace rebosar el hecho escénico de las paredes de la sala, con su verbo, entonación y presencia. Los textos intervenidos y acometidos para la elaboración de esta Lettre d’amour por Alberto Conejero suenan tan propios del mismo que por momentos se siente una transmutación espiritual del arte compartido, y un nuevo ente flota sobre esa inmensidad espacial en la que gravitan Aran y Trujillo: Alberto Moro o César Conejero.
Consuelo Trujillo monta a horcajadas sobre la tortuga ecuestre de César Moro, y galopa sobre un amor sin género ni orientación a Antonio. Pau Aran sonríe y saluda con la mirada a los pares de ojos que presencian la escritura de esta pieza de danza, a través de los movimientos del intérprete, con la dispersión en el trazo de esa Vía Láctea que César Moro enunció y que le lleva al sexo de amado: principio y fin de una odisea espacial de deseo. Aran invita a imitarle a Consuelo. Trujillo desviste a Pau y se intercambian sus vestiduras de corte impecable y cierre invisible.
Lettre d’amour posee la brevedad necesaria y la intensidad justa que precisa la búsqueda de la belleza y el anhelo de un ideal, como la que el autor César Moro, que también renunció a su nombre de cuna por una identidad que rescató de la literatura, buscó en un viaje de ida y vuelta hacia el Viejo Mundo, y vuelta al origen, a donde comenzó todo, donde acometió ese último nuevo comienzo que Pau Aran planteaba como incógnita en el génesis de esta carta de amor, hasta que la enfermedad le hizo escribir un punto y final.
Crítica realizada por Ismael Lomana