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28.10.2020 Críticas  
Un final de diez

Negra sombra es el enigmático título de la obra escrita y dirigida por Paco Rodríguez, que la compañía Qué jArte! presenta en la Sala Bululú de Madrid como parte de la VII edición de SURGE Madrid. Como Incondicionales, protagonizada por Bernardo Rivera y Candela Solé, es otra excelente propuesta que plantea el tema de la amistad y la muerte, entre otros.

Todo empieza con el encuentro entre dos amigos, Jaime (Jaime de Malvar) y Lorenzo (Paco Rodríguez). El primero, autor teatral, se propone contarle al segundo la obra que ha escrito y convencerle para que la financie. Dicha obra está basada en la amistad de tres amigos de toda la vida, Alejandro (Bernardo Rivera), Mario (Paco Rodríguez) y Nacho (Jaime de Malvar), que se reúnen en un lugar abandonado de su pueblo, como cada año, para ponerse al día.

Se dice que, a veces, la realidad supera la ficción, o que la ficción puede llegar a ser más verdadera que la propia realidad. También, que los autores suelen dejar pistas autobiográficas en su obra. O, más que pistas, desean revivir lo que alguna vez han vivido, o incluso recrear un evento como les gustaría que se hubiera desarrollado, como si se tratase de una redención a través de la ficción. Ficción y realidad se dan la mano en este montaje de escenografía minimalista, del que podemos destacar la estética y el colorido del vestuario.

Ante todo, se trata de una obra que se sostiene en las maravillosas interpretaciones de los tres únicos actores, que crean personajes redondos y creíbles, y realizan una tarea singular, en el mejor sentido, a la vez que complicada, debido a los cambios abruptos de personaje y situación que requiere la contraposición e interrelación de los planos de la ficción y de la realidad. En este sentido, destaca la iluminación y la labor de Paco Rodríguez, que entrelaza sutil y eficientemente comedia y tragedia y evita confusiones dejando amplio espacio para la imaginación del espectador.

Desde un primer momento, el montaje mantiene la curiosidad del espectador: qué obra será esta, quiénes son esos personajes, por qué están ahí, cómo han sido creados, qué tienen que confesar. El contraste entre las personalidades de los personajes genera momentos de sorpresa y de carcajada entre los asistentes, todo ello aderezado con comentarios sobre el trabajo teatral y el mundo de la cultura, que resuenan en el diálogo de autor y productor. ¿Puede el teatro ser crítico? ¿Incluir nombres de políticos? ¿Existe o debe existir la denominación de ‘teatro gay’? ¿Qué condiciona la asistencia de uno u otro tipo de espectadores? Estas son algunas de las preguntas que se nos plantean.

Negra sombra es una reflexión sobre la amistad y el amor, la vida y la muerte, la realidad y la ficción, el teatro en sí mismo, como ritual, alimento y cura, espejo y opuesto de la vida. Consta de interpretaciones equilibradas, que ponen al descubierto la incursión del autor en su propia obra y la dimensión propia e independiente de lo creado. La iluminación contribuye a los emotivos momentos finales. Y no, no me parecieron para nada empalagosos; de hecho, desprendían gran verdad. Esto es difícil de lograr, igual que es difícil conseguir un montaje tan complejo como sencillo. Lo han conseguido. Vayan a verla y descubran lo que les digo.

Crítica realizada por Susana Inés Pérez

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