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15.10.2020 Críticas  
La traición de Paco

Completando el programa doble del comienzo de temporada del Teatro de la Zarzuela, Granada queda completa con La vida breve de Manuel de Falla, con el aliciente de volver a ver a Ainhoa Arteta tras su gélida Katiuska, aquí entregada a su Paco y maldiciendo al ‘mardito parné’ que le alejó de su querer.

Tras La Tempranica, de estreno conjunto con La vida breve, seguimos en Granada, ahora en el Albaicín donde Salud (Ainhoa Arteta) se sume en profundos estados de desazón e inquietud diaria cuando se aproximan las seis de la tarde y Paco (Jorge de León) no ha vuelto de la fragua. La abuela (María Luisa Corbacho) asiste al triste espectáculo diario de la joven y desde la azotea adelanta la buena nueva a su nieta: Paco está de vuelta. Paco y Salud se quieren, y se prometen amor eterno, pero el Tío Sarvaor (Rubén Amoretti) sabe que Paco se va a casar con Carmela (Anna Gomà), una joven rica; y no está dispuesto a que se ensucie el nombre de su sobrina. La abuela le pide mesura y paciencia, pero el día de la boda llega, Salud se entera de la traición, e irrumpe en la fiesta para darle un fin su historia de amor truncado.

Carlos Fernández Shaw escribió el libreto de La vida breve, al que puso música Manuel de Falla, en este drama lírica en dos actos y cuatro cuadros. En esta adaptación volvemos a contar con Miguel Ángel Gómez-Martínez en la dirección musical, Giancarlo del Monaco en la dirección escena y escenografía, Jesús Ruiz y Nuria Castejón al vestuario y coreografía respectivamente, y Alberto Conejero en la versión del texto. Lo que en La Tempranica quedó como conceptual, aquí en La vida breve la literalidad cobra presencia, y podemos ver claramente el juego de espejos rotos que es este proyecto Granada.

Ha sido un verdadero placer disfrutar de Ainhoa Arteta entregadísima en escena, como actriz y soprano, con una Salud desgarrada, traicionada, y muy muy caliente. Porque lo que siente Salud hacia Paco no es amor romántico y apasionado, es calentura infinita y buena muestra de ello son las escenas IV a la VI con Salud entregada a la provocación con las faldas arremangadas, y Paco extrayendo de su sexo el pañuelo con las flores de sangre que demuestran la fidelidad de su gitana. Esta escena nada sensual y muy sexual es justo la clave de todo el montaje, que tras la prueba de amor sanguínea vemos a la Arteta abandonar la escena, a cuatro patas, tras la bragueta de su Paco, arañando los cordones que la separan de lo que ansia clavarse en lo más profundo, y que adelanta su trágico final: perra enamorada hasta las entrañas.

La vida breve nos habla de un amor desgarrado, extremo, y del carácter de que es necesario sufrir porque si no no es amor. Salud es una mujer dependiente, en una relación tóxica, que su entorno tampoco ve, cegados todos por la idealización y desmesura de los sentimientos de la joven. La Tempranica en cambio se acercaba más a la realidad, y a un destino elegido que quizás sea menos feliz que cumplir con ese ideal de amor, pero al menos sano y nada trágico.

El tenor Jorge de León está al nivel de su personaje, y se percibe fácilmente los opuestos de amor y cobardía de este traidor zalamero; y María Luisa Corbacho como la abuela y Rubén Amoretti de Sarvaor complementan un elenco principal que dan un resultado redondo a La vida breve.

El juego que plantea Del Monaco con La vida breve funciona muchísimo mejor conceptualmente que en La Tempranica, y sin abandonar tintes siniestros (no ya satánicos), la iluminación de Vinicio Cheli aquí sobresale y es crucial, sobretodo en la transición de la fiesta con el cambio de vestuario en escena, y donde aparecen los colores que desahogan la atmósfera opresiva de la boda infame de Paco. Los cuadros flamencos de esta escena, y el cuerpo de baile, pese a algún despiste de uno de los bailarines, que achacaré a dejarse llevar por la emoción del momento, supusieron el broche de toda la propuesta de La vida breve.

Crítica realizada por Ismael Lomana

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