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04.09.2020 Críticas  
Quevedo y sus diabluras

El espacio Fiesta Corral Cervantes, en su nueva ubicación junto a Madrid Río, programa La escuela de los vicios, un montaje de Morfeo Teatro con altas dosis de sarcasmo, ironía y retranca. Un más que notable trabajo que entretiene y deja pensamientos en el aire.

Tomando como base varios textos de Quevedo, maestro de la sátira y la mordacidad del Siglo de Oro se ha construido una historia que bebe de los sainetes del teatro clásico, aderezada con humor y muy buen hacer.

Muñoz y Mendoza se encuentran con el Diablo Cojuelo quien les propone hacerles maestros en el engaño, la farsa y el robo. Aunque reticentes en el inicio, finalmente al descubrir que van a cobrar por recibir las clases, se lanzan a aprender los vicios que el Diablo les va a descubrir. Pronto se revelan como alumnos aventajados y llegan a la mayor titulación posible, la de magistrado y ministro. El final les tendrá una sorpresa reservada.

En escena tres intérpretes avezados en el verso y la comedia. Mayte Bona como el Diablo, Francisco Negro es Muñoz y Felipe Santiago encarna a Mendoza. Grata sorpresa encontrarme con el altísimo nivel de los tres. Pulso más que cogido al tempo cómico y un gran trabajo tanto gestual como interpretativo. No es fácil que el verso quevediano fluya con la facilidad que los tres lo recitan.

Apoyados en una escenografía sencilla pero efectiva, y con un vestuario de Mayte Bona que permite pasar del engaño a la realidad con fluidez.

El ritmo de la representación empieza con fuerza, si bien por ponerle algún pero, se alarga innecesariamente en los últimos compases. Cierto es que el espacio Fiesta Corral Cervantes no es quizá el más cómodo para disfrutar de una representación que se alarga más allá de la hora y media. Aun así la obra se disfruta por su tono mordaz y crítico.

La moraleja sobre la avaricia, la codicia, el timo fácil y la mentira pícara, tan de moda y tan actuales dejan un agradable sabor de boca en el espectador, que abandona el recinto pensando en si se habría dejado seducir por el Diablo y se habría matriculado en La escuela de los vicios.

Crítica realizada por Moisés C. Alabau

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