Son muchos los impulsos creativos que llevan desarrollándose desde mediados del mes de marzo, en que nos vimos la gran mayoría confinados, por el bien propio y común. Estancias de Noche de Camaleones, juegan a experimentar el hecho performático en una edición virtual a través de Zoom “all around the world”.
Un chihuahua en un laberinto de cartón. Un hámster ruso recorre ese mismo espacio en busca de la salida. Una mujer conversa con un abuelo fan de Britney Spears. Un hombre proyecta a Bárbara Lennie sobre una pared, y sobre sí mismo. Un suicidio en directo, y un funeral retransmitido por un youtuber. Un viaje sin moverse, y unos amigos que te acompañan en él, pero no. Estancias juega con el espectador virtual a trasladarse a ese lugar de encuentro común que es el ciberespacio, si esta calificación no queda muy años 2000, para que le acompañe en ese ser, pero no estar, en el que se han convertido nuestras vidas durante el confinamiento.
La sala Exlímite continúa su colaboración con Noche de Camaleones en este Estancias, en la estela de Sueños de Rupert, work-in-progress que el día 21 y 22 de marzo, debió haberse representado. Estancias cuenta con los actores y creadores Sasha Slugina, Alberto Caballero, Carlos Cervera, Carolina Collado, Szymon Milas, Shathu Entayla y Tomasz Borczyk, que dirige esta experiencia virtual.
Pude asistir a la cuarta función de Estancias, y el funcionamiento del proyecto tiene la misma operativa que otras experiencias teatrales desarrolladas por el Teatro la Abadía, o el reciente Tea&Party, en el que la acomodación virtual de los espectadores se realiza minutos antes del comienzo, y siguiendo unas simples instrucciones, seguidas de manera religiosa, no como en los espacios de representación físicos, se garantiza una ausencia total de interrupciones por pantallas luminosas, comentarios en susurros a gritos, molestos cardados que dificultan la visión, ataques de tos de tuberculosos, o caramelos con envoltorios más difíciles de manipular que un cubo Rubik.
Recibí Estancias como una propuesta más trabajada, completa, y transversal que otras a las que he asistido durante el confinamiento, pero por contra, mucho más críptica y difícil de seguir. Son tantas las tramas que plantea, que no ya con que la conexión de Internet de cada uno de los participantes es un mundo de calidades y resoluciones que afectan mucho en el resultado final (cosas del directo), sino que aunque todas nos lleven un final más o menos común, son demasiadas los lugares por los que transita el espectador. Este Estancias es un palacio en restauración por cuyos pasadizos uno puede acabar perdiéndose, como hice yo.
Aunque perderse nunca es malo, y puede llegar a suponer una experiencia totalmente distinta, también puede llegar a alterar la concepción del resultado buscado. Percibo Estancias como un interesantísimo work-in-progress y a Noche de Camaleones unos exploradores muy aventajados en estas cuatro funciones hasta el momento que esto escribo. Son fluidas las transiciones, hay momentos geniales que si me hubiesen mantenido en esa estancia, me hubiese bastado para disfrutar mucho de la propuesta, pero son tantos los altibajos como Estancias que se visitan.
Esta adaptación a las nuevas circunstancias globales, y más a un sector que necesita de un público al que atraer, el cual estaba volviendo a ocupar todas esas butacas abandonadas desde hace tiempo, y que ahora esta alerta sanitaria ha forzado a abandonarlas en su totalidad; esta adaptación de Estancias, decía, marca uno de los nuevos caminos a seguir por los creadores “escénicos” en la nueva normalidad d.C. (después del Confinamiento).
Crítica realizada por Ismael Lomana