Llámame, de Sol Aguirre y Paulo García Conde, es una de las primeras propuestas del Teatro por horas (TXH) en el recién abierto Espacio Gallinero. Antonio Hortelano versiona y dirige este texto que protagonizan Marina Campos Albiol y Marieta Orozco y que disecciona el mundo de dos actrices que desean trabajar y llevar a cabo su propio proyecto en la capital.
Con tintes de autoficción, la obra relata el reencuentro entre Marina (Marina Campos Albiol) y Marieta (Marieta Orozco). Tras varios años sin trabajar en lo suyo, deciden que realmente se lo merecen y se ponen manos a la obra. Marieta, vivaz, ridícula, en ocasiones, vestida con estampados de leopardo, es la principal culpable de que Marina vuelva a soñar, y a llenarse la cabeza de pájaros, un poco al menos.
Se mueven entre fiestas con famosos y directores de casting, pijamas llamativos y dosis de deporte y espiritualidad, mucho alcohol, una mesa repleta de objetos extraños, un buda, piedras lunares y velas, y hasta un Goya de los noventa. Tremenda mezcla, tremendo surrealismo y tremendo humor el de estos dos personajes, empezando por la escenografía.
La convivencia entre estas dos actrices “pringadas”, como se llaman a sí mismas, da lugar a conversaciones sobre su pasado fuera del mundillo artístico, el fracaso en las pruebas de Netflix, y es que solo quieren a Blanca Suárez, el sexo y los hombres “mareadores”, los que no soportan verse superados por una mujer, los novios que vienen y van, los que sirven para no estar sola y los que ponen los cuernos con las porteras. No obstante, el diálogo no resulta forzado, soez, ni simple, sino más bien muy actual; ambas actrices explotan toda su complicidad y hacen reír al público con situaciones que todos alguna vez hemos llegado a vivir de alguna manera.
Existe buen equilibrio entre ambos personajes, la mujer impulsiva y caótica y la mujer más retraída y miedosa. Existe además una cierta inocencia en ellas, en parte conseguida a través de un tono neutro y cortante a la hora de emitir el texto, que, sorprendentemente, funciona. Marieta Orozco por su parte hace uso de su vis cómica al máximo a través del cuerpo, lo que aporta gran dinamismo a la escena y, por momentos, llega a alcanzar un ritmo trepidante.
El humor nos salva la vida, decía Sol Aguirre, la coautora del texto, en el coloquio posterior a la breve función. No obstante, este humor desvela situaciones que afectan a la mujer en su vida diaria, y no solo a la actriz, como, por ejemplo, la elección de tener hijos o la escasez de mujeres en los puestos de poder o éxito, así como la competición y la adaptación ante el hombre. Ellas lo tienen claro: una mujer en un puesto de poder no puede triunfar con los hombres, y esta situación solo podría darse en una serie de ciencia ficción.
Las protagonistas se permiten soñar. Hay algo bueno en atreverse, en soltar los frenos por una vez, y es que no hay mal que por bien no venga, como dicen. Quizá Marina necesitaba el impulso de Marieta, quizá debía perder su trabajo en Zara para poder dedicarse a lo que le importa, o para intentarlo, al menos.
Llámame es una comedia sobre el día a día de la actriz o un drama cotidiano, que reflexiona sobre el presente o la vida; las protagonistas convidan al espectador a beber de su copa y a compartir sus experiencias haciendo anuncios sobre productos vaginales o escenas como figurantes, bien por dinero, o bien por rellenar currículum. Obra breve, poco sorprendente, pero con un puntito de locura y mucha alusión a la actualidad. Vayan a ver a dos actrices que tienen mucho que decir.
Crítica realizada por Susana Inés Pérez