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13.02.2020 Críticas  
Potentes voces y grandes egos

El pasado 7 de febrero, se estrenó en el Teatre Gaudí de Barcelona la obra Tenors. Producida por la compañía Illuminati y Egos Produccions y con dramaturgia de Toni Sans, Albert Mora, Ezequiel Casamada y Miquel Cobos; la obra cómica presenta la vida de tres cantantes, tenores, y la presión a la que se ven sometidos diariamente.

Tenors es una idea surgida de la colaboración de Miquel Cobos y Ezequiel Casamada; conocidos profesionales y artistas todo terreno quienes asumen el rol de dirección musical, proceso creativo e, incluso, forman parte del propio reparto. Junto a ellos, encontramos a Toni Sans, quien se encarga del montaje, el diseño, la dramaturgia y la dirección escénica; Gustavo Llull, Adrian Aguilera y Daniel Garcia al piano y, Toni Viñals, actor y tercera voz del espectáculo.

La escenografía es modesta. Tres atriles comportan la mayoría de la misma en la que las partituras juegan un papel importante en el desarrollo dinámico de la obra. Conjuntamente con la iluminación (Jordi Perez) que es utilizada para acentuar momentos más o menos íntimos de cada tenor, haciendo que la obra proponga momentos cumbres (y no tan cumbres) de cada una de las piezas musicales que se disponen en ella.

Ciertamente estamos acostumbrados a ver obras de ópera muy serias y llenas de dramatismo. Sin embargo, realizan una divertidísima sátira que me hace recordar al famoso concierto de los “Tres Tenores: Luciano Pavarotti, José Carreras y Plácido Domingo” donde las voces, y una puesta en escena fantástica, nos muestran el lado completamente opuesto al tradicional; pues estos tres tenores (Miquel Cobos, Ezequiel Casamada y Toni Viñals) nos muestran lo difícil que es mantener su voz y el protagonismo que cada uno de ellos se ha ganado con mucho esfuerzo. ¡Que difícil es mantenerse en la cresta de la ola! Sin embargo, todos estos esfuerzos, se convertirán para el público en una graciosa riña que iniciará una incansable demostración de afinación, fuerza interpretativa, expresión vocal y capacidad pulmonar al límite. Los tenores nos llevan a un viaje musical con piezas tanto clásicas como de música actual o hits del verano (algo totalmente inesperado).

Debo comentar que ha sido una puesta en escena fabulosa. Todo el conjunto creativo ha sido fenomenal pues la química entre los tres actores es indudablemente inmejorable. El uso inteligente de los atriles al jugar con las luces es algo fuera de lo establecido y ofrece una atmósfera más juguetona y competitiva de los tenores.

Los diferentes timbres de voz de cada uno de los integrantes han permitido disfrutar profundamente de cada una de las piezas musicales. Incluso el uso de la misma para satirizar el momento es magnifico pues nos lleva a esos momentos íntimos, aquellos en los que estamos en casa realizando alguna actividad con nuestra música favorita y que, de pronto, convertimos nuestro salón en un escenario y nos transformamos en cantantes famosos. Esos momentos en que una escoba se convierte en tu micrófono y estás en Eurovision. Además, el uso sumamente inteligente de espacio la hace una obra única.

Algo que me llamó la atención es la tensión creada por los tenores. Cada uno es más grande que el otro y cuanto más ego uno muestra, los otros más tratan de apagar su luz para sobrepasarle. Sin embargo, no he podido evitar pensar en aquellos momentos de peleas entre hermanos en el asiento trasero de un auto por quién pone el codo o brazo sobre el de la otra persona. ¿Quién se permite estar más cómodo que su semejante? Personalmente, me ha hecho recordar momentos de mi infancia, lo cual es maravilloso. De esta manera, se muestra que la puesta en escena no solo sirve para que la comedia esté muy bien montada sino que es una metáfora de la vida. Del resurgir. Aprender. Desarrollarse. Y, sí, competir por llegar a la perfección y vocalizar esa nota deseada sin que intervenga mas que el propio sentimiento.

Les invito a disfrutar de esta obra, Tenors, que nos ofrece una forma diferente de reír y acercar el mundo de la ópera al público, aunque sea trasformada en obra teatral divertida y llena de egos.

Crítica realizada por Andrea Forero

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