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31.12.2019 Críticas  
Nostalgia del original

Hace casi 23 años que vi el musical West Side Story cuando por primera vez se orquestaba en España y que fue acogido por el Teatre Tívoli de Barcelona, el mismo teatro que vuelve a programar el montaje actual y que ahora está de gira tras su estreno en el 2018 en Madrid.

Aparte del impacto que pudo provocarme una producción así con mi edad de aquella época, lamentablemente no recuerdo mucho más. Así que, en vez de comparar, que dicen que las comparaciones son odiosas, mejor me será centrarme exclusivamente en el West Side Story al que asistí hace unos días.

Mis sensaciones después de haber estado en el estreno no son las mejores, especialmente cuando se espera un acontecimiento de semejante magnitud. También tengo que reconocer que el género musical para teatro no es mi favorito. Ni tampoco comulgo completamente con la mayoría de adaptaciones que se hacen del mundo Broadway en nuestro país. Una vez más, salí del teatro con la sensación de que hay cosas que se podían mejorar aunque reconozco que, teniendo en mente los medios disponibles, hay otras cosas que han estado muy logradas.

Uno de los peros tiene que ver con el matiz un tanto pueril que se le da a los personajes. Es cierto que West Side Story es la historia de dos bandas adolescentes en el Manhattan de los 50. Pero la madurez de los personajes causada por el entorno y las vivencias se hace latente de principio a fin, por ejemplo, en la película basada en el musical. Es cierto que los jóvenes de los 50 y los 60 no son los jóvenes de ahora. Y quizá Federico Barrios ha querido traerla a una época algo más actual, en actitud y lenguaje, pero manteniendo el libreto inicial. Sea como sea, algo me impide ver el conjunto como la historia genuina que destila el original. Javier Ariano cae muy bien y realiza una actuación muy agradable, pero no acaba de desprender todo el carisma que uno espera de Tony. Y Talia del Val tiene una voz absolutamente impresionante, de eso no hay duda. Estaría maravillosa en cualquier tema que le dieran a interpretar. Pero tampoco entiendo que en muchos momentos anule la voz de su pareja y, alguna vez, incluso a la del resto del coro.

Por otro lado, he de decir que la escenografía de Ricardo Sánchez Cuerda es sensacional, junto al vestuario diseñado por Ana Llena. Solo por eso, vale la pena. La coreografía, que bebe de la original de Jerome Robbins, aunque algo adaptada por Barrios, también está muy conseguida y algunos de los números de baile levantan admiración, especialmente el Mambo durante la escena de la noche del baile, que consigue hacernos vibrar y mucho. En interpretación, destaca con diferencia Silvia Álvarez en el papel de Anita. En lo que se refiere a actuar, en movimiento, su voz. Oriol Anglada, como Bernardo, en interpretación también me atrapa. Y, en general, las interpretaciones de los Sharks destacan más que la de los Jets. Enrique R. del Portal como Doc le confiere solera al escenario. Los momentos cómicos que nos regala Diego Molero durante el baile, están muy conseguidos también. Y, una orquesta en directo, siempre es de agradecer y dota cualquier montaje de un atractivo especial.

En las noches de estreno, es cierto que no siempre se puede ir andando con lupa en mano. Pero no puedes evitarlo cuando algo genera tanta expectación. Al final, un musical de Broadway es lo que es. Y la composición de Leonard Bernstein también es la que es. Pero precisamente por eso, hay que tratarlo con mucho mimo y con respeto. Porque un clásico hay que hacer que permanezca como clásico por los restos, a que no sea que uno decida revisitarlo y darle completamente la vuelta. A mí, este West Side Story en algunos momentos me robó ese aroma. Pero quitando mi opinión (¿quizá prejuiciada?), estoy segura de que es una función que va a gustar a la mayoría del público catalán.

Crítica realizada por Diana Limones

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