La Sala Fènix presenta Money, la primera de sus producciones propias que podemos ver esta temporada. Felipe Cabezas y Albert Requena se desdoblan en diez personajes en una pieza que tanto es comedia social como crítica al capitalismo y al materialismo como una gamberrada formal (que no ideológica).
Se evoca a Quentin Tarantino y Guy Ritchie como referentes. Si bien es cierto que antes nos imaginamos al primero en sus horas muertas y proletarias tras el mostrador de su videoclub (tramando maldades y canalladas) que asistimos a un calco del resultado final de cualquiera de sus proyectos sí que hay una cierta atmósfera reconocible por todos aquellos asiduos a las buddy movies. Pasando por el filtro de una particular comedia social, aquí el contenido nunca será una excusa sino una motivación. Posicionamiento claro sin caer en obviedades de octavilla unidireccional. Esto no sería necesariamente un problema pero siempre es más divertido si, como es el caso, se combinan personajes y puntos de vista y se intercalan historias, algunas más serias y otras llevadas al extremo más desfasado.
El texto de Sergio López y la dirección de intérpretes de Jordi Pérez son conscientes de que nos encontramos ante una obra de actores. Aquí no se utilizarán más objetos que los indispensables para acompañar las distintas situaciones. Un espacio vacío aprovechado por los cambios de iluminación que también marcan los cambios de personaje sin apenas transiciones. Esto obliga a los protagonistas a estar siempre alerta y la verdad es que tanto Cabezas como Requena muestran complicidad y adecuación a los distintos registros y tonos convocados. Valiéndose de su experiencia en el teatro gestual y físico, aprovechan estas cualidades también para el texto y se transforman ante nosotros con soltura y manteniendo el ritmo acelerado que necesita la función. Juegan en escena y con el público.
Una pieza cuya mayor reivindicación sea probablemente la persistencia en un teatro con clara vocación social. También desde la comedia. Una broma mucho más seria de lo que pueda parecer en un primer momento y que se desarrollará con una progresión ascendente. Giros constantes, tanto aproximativos como argumentales, sin apenas pérdida de foco. Aquí todos recibimos, ya que lo que se muestra es cómo el afán desmesurado por el dinero corrompe tanto al que ansía más como al que ansía algo. Tan peligroso es el rico a cualquier precio como el humilde con vocación de adinerado. Humor grueso (en lo formal) combinado con una carga ideológica que cuestiona y de algún modo denuncia el orden de prioridades de muchos de nosotros.
Finalmente, Money traslada al formato teatral una aproximación temática y argumental que estamos más habituados a ver en el plano cinematográfico. Resulta curioso comprobar cómo lo que en la gran pantalla se viste de pirotecnia decorativa aquí se reduce a su mínima expresión manteniendo el ritmo y sin desfallecer durante una vuelta completa del minutero al reloj.
Crítica realizada por Fernando Solla