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22.11.2019 Críticas  
De unicornios a paredes estrechas está el Gaudí lleno

El Teatre Gaudí de Barcelona presenta Impro Side Story; un espectáculo efímero realizado por actores y actrices de musical que presenta otra visión distinta a lo que «el mundo del impro» nos tiene acostumbrados. Las locuras del impro estan servidas pero si las rociamos con música y la improvisamos con cambios inusuales de claves musicales; la risa está servida.

¡Así es! El pasado sábado 9 de Noviembre, el Teatre Gaudí de Barcelona presentaba la primera, caótica y divertida función de esta locura musical. Los culpables, Rai Borrell y Roger Julià (bajo el nombre de Cía Les Improvisables), presentaban una compañía «variable» en la que diferentes personalidades reconocidas del teatro musical se lanzan al vacío para iniciar una función que saben empezar pero no cómo acabar. Bueno, seguro que acaba con una canción; eso sí.

Junto a los nombrados Rai Borrell (implicado maestro de ceremonias) y Roger Julià (gran pianista improvisador), encontramos a diferentes actores y actrices que «se reparten» las funciones semanales: Jordi Coll, Xavi Duch, Africa Alonso, Clara Solé, Toni Vinyals, Eloi Gómez y Judit Martín. Grandes personalidades del teatro musical que, más o menos, sobreviven a la experiencia de ponerse delante de un público sin un guión predefinido más que una canción inicial y un objetivo claro: divertise mientras nos divierten. He de decir que, unos con más acierto que otros, lo consiguen.

En la función de estreno, pude disfrutar de Rai y Roger (obviamente) junto a Jordi Coll, Africa Alonso y la aparición estelar de Xavi Duch.

La experiencia fue divagando entre sentimientos variados. No soy una persona habitual en los impros, no es algo que «a priori» decida ir a disfrutar en un teatro. Pero, mientras la noche iba pasando, las locuras en el escenario, los fantásticos y maravillosos errores de todos y las ganas de levantar un espectáculo dificultoso me hizo entrar totalmente en el juego.

Bravo por Jordi Coll y Xavi Duch, dos actores habituales en el musical y totalmente polifacéticos. Queda claro que valen, como diría mi abuela, tanto para un roto como para un «descosio».

Jordi Coll nos dejó claro que es un maestro en versatilidad, a entrar en el juego, a no olvidar absolutamente nada de la historia que acontece en el momento y mezclarlas, incluso, con las anteriormente improvisadas llevando personajes al extremo con intención de sobrepasarse si hace falta.

Por su parte, Xavi Duch estuvo (esa noche) más relacionado con el público. Su personaje sirvió para pedir su ayuda al respetable cuando uno de los actores o actrices necesitara un punto de inspiración. Un personaje que ayuda al resto como asistente para, solicitando palabras o frases, seguir la impro cuando esta se encuentra una barrera. Hacia el final, pudo salir a escena y realizar una impro que mostró su gran nivel de experiencia en obras cómicas de loco formato. ¡Ya quisiera para mi esa rapidez mental!

El mundo del clown ansiaría tener a estos dos experimentados actores en sus filas.

Africa Alonso estaba notablemente más nerviosa que el resto en el estreno. Algo que, puede ayudar y fortalecer una actuación o que puede detenerla. Sinceramente, al inicio se la veía cohíbida; y no era para menos. Si no eres un habitual del impro, los inicios son más que dificultosos. Pero esa fue la mejor baza que podría tener. Me divertí con ella muchísimo. Esos momentos en los que olvidaba el nombre de su propio personaje, como los demás la llevaban a cambiarlo en flashbacks integrando nuevos personajes para volver sin que casi se diera cuenta al tiempo presente y se volviera loca con el lío de nombres que flotaban por la escena. Su actuación cambió mi perspectiva del impro para disfrutarlo como nunca. Daría lo que fuera por volver a vivir esa locura de noche que me hizo disfrutar tanto. Lloré de risa con ella. Sí, tuvo errores, como todos, pero supo disfrutar de ellos y contagiar su locura al público para que disfrutaramos con ello.

Rai Borrell se notaba que, junto a Roger Julià, era el experimentado del grupo. Efectivamente estuvo metido en todos los fregaos que se montaban pero dejó más espacio de juego a sus nuevos compañeros que supieron explorar esta nueva zona de «des-confort». Algo muy valioso.

Por último, aplaudir la composición automática de Roger Julià al piano quien creaba la base ideal para que los actores y actrices pudieran improvisar canciones dentro de las escenas. Eché en falta que fuera un poco más puñetero con los cambios de octavas de las canciones; de esta forma, la impro hubiese crecido en sus momentos musicales hacía el extremo del Broadway cantado en tesituras altas. Hubiese sido maravilloso verle poner en jaque a sus compañeros.

En definitiva, Impro Side Story es un escándalo que hay que disfrutar. Creo que nunca he reído tanto en un espectáculo cómico. Efectivamente, el público tiene gran parte de culpa en la función ya que al entrar debes poner una frase en un papel para que se convierta en parte de una improvisación. Por lo que, cuanto más puñetero sea el público, más locuras nacen en escena (siempre recordaré que los Unicornios pueden tener dolor de barriga; o colagró, como dicen en Lleida).

No sé vosotros pero yo estoy moviendo mi vida para no perderme la última función del sábado 30 de Noviembre en la que todos los integrantes de la compañía realizarán una última función coral. Esto puede ser épico y, señoras y señores, no me lo quiero perder.

Crítica realizada por Norman Marsà

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