Dentro del V Ciclo de Teatro Argentino de El Umbral de Primavera, llega (con prórroga) este Juana La Loca de Pepe Cibrián Campoy interpretado por Nicolás Pérez Costa, regalando una reina perturbada, rabiosa y sincera.
Todos conocemos la historia de Juana La Loca y recordamos la que, no hace tanto tiempo, Concha Velasco interpretaba en el Teatro de La Abadía; memorable tanto como su Santa Teresa de Jesús en la televisión. El texto que nos presenta Pepe Cibrián Campoy está magníficamente traído a la vida por Nicolás Pérez Costa quien, a diferencia de la Juana de La Velasco (comedida, conciliadora y hasta comprensiva antes su encierro), ofrece una mujer enajenada, violenta y nada conforme con su reclusión en Tordesillas. Felipe fue su gran amor pero no el causante del apodo que la acompaña por los restos, sino aquellos que la inhabilitaron y la condujeron a semejante situación extrema, desvelando en su tormentoso final, la causa por la que está pasando ese trance.
Este monólogo, en el cuerpo de Nicolás Pérez tiene un poder tremendo y una intensidad extenuante que no da tregua al público a que se relaje ante el relato de los avatares de Juana. Pérez Costa, como buen actor argentino, mantiene un nivel constante en su interpretación, a la que, por poner algo de malo (que no sería necesario) sería que la tensión y el azoramiento de la monarca es tan grande, que por momentos se puede caer en valorar una sobreactuación; algo que le viene como anillo al dedo al personaje. Esta Juana La Loca de Cibrián es una Juana travesti, draggiana, cuya caracterización podría suceder en un supuesto Drag Race latino (ya sabéis, la franquicia del talent show de Rupaul) con gran éxito memorable.
Al final del montaje Nicolás Pérez Costa comenta la “presión” que le supone interpretar un papel como este ante una audiencia que considera propio el personaje, pero siendo el resultado como el que acontece, puede volver a su patria con el Orgullo de haber plantado esta pica en Madrid adaptando así la famosa cita directamente relacionada con los orígenes del hermoso Felipe.
Crítica realizada por Ismael Lomana