Una vez más, la Orquesta Sinfónica del Vallés vuelve al Palau de la Música Catalana con un concierto de bandas sonoras acompañado por un actor-narrador: y el binomio John Williams/Salvador Vidal ha sido todo un triunfo.
Comparado con el concierto de cine de ciencia ficción del año pasado, el Tributo a John Williams que ha presentado la OSV este noviembre ha sido mucho más sólido, más satisfactorio, y por momentos profundamente emocionante.
Vayamos por partes, y comencemos por lo imprescindible: la música. La selección de este Tributo a John Williams ha unido algunos «clásicos básicos» de su producción (Tiburón, Parque Jurásico, la saga de Harry Potter, La Lista de Schindler, el motivo y los temas finales de Encuentros en la Tercera Fase y los temas principales de La Guerra de las Galaxias, más, en los bises, E.T. el Extraterrestre e Indiana Jones) con otros menos habituales pero igualmente interesantes: el «Summon the heroes» de los Juegos Olímpicos de Atlanta, la triste pieza de Munich, los temas principales de El patriota y 1941 y un tributo a los compositores de cine que Williams orquestó en 2002, uniendo fragmentos de BSOs míticas de sus precedesores y coetaneos para la ceremonia de los Oscars (una selección que obvió, curiosamente, el cine de animación… pero eso es decisión de Williams, ¡no de la OSV!).
Unos títulos representativos y con un equilibrio razonable entre lo más escuchado y otras obras que pueden disfrutarse menos a menudo en directo. Además, con variedad de focos emocionales pero lo suficientemente reincidentes como para entender algunas de las líneas compositivas maestras de Williams, sus «vicios» y sus virtudes. Pese a que, como bien recalca siempre el gran especialista de la banda sonora Conrado Xalabarder, el compositor cineasta solo se entiende del todo vinculado a las imágenes, a la película para la que compone. Las fotos que se proyectaban durante el concierto ayudaban a que no fuera solo un concierto de música, sino que nos recordaba que esa música completa unas imágenes, que está hecha para ellas y viceversa, incluso, en ocasiones.
Dirigida por Rubén Gimeno, la OSV funcionó perfectamente, afrontando cada pieza con precisión, unidad, sentimiento y maestría. Por destacar algunos de los mejores momentos de sus integrantes (pero quede dicho que toda la orquesta estuvo perfecta), mencionaremos a la violinista Marta Cardona, que bordó el solo de La lista de Schindler, las flautas de Gustavo Villegas y Laia Albinyana, que marcaban ese ritmo distinto, revolucionario, que suena por debajo de la línea orquestal épica de El patriota (y que tan bien enmarca la historia del individuo dentro del gran conflicto), y las trompetas de Carlos Megías y Alexandre Baiget, espléndidas en el «Summon the heroes» y en el tema principal de Indiana Jones.
Y hablemos ahora de Salvador Vidal: experimentado como actor y como actor de doblaje, suyas son las voces en castellano de actores como Mel Gibson, Timothy Dalton, Willem Dafoe, Liam Neeson o Alec Baldwin. Este es el cuarto espectáculo en que trabaja junto a la OSV haciendo de hilo conductor, presentando aspectos del trabajo de John Williams, enmarcando personajes, frases y películas, o manifestando poéticamente la sensibilidad buscada con una pieza o un film. Vidal aporta este contexto de manera discreta, dominando los tiempos, molestando lo mínimo a las piezas que se ejecutan, con algunas ocasiones muy puntuales menos acertadas (cada una de las piezas de la suite de Harry Potter, en particular, quedó separada del resto, con lo que precisamente se pierde el sentido de la suite). Pero en el 90% restante del espectáculo, sus intervenciones daban buena muestra de lo que puede realmente aportar una voz y un actor a esta clase de conciertos: con una profesionalidad y un oficio magníficos, una voz con un timbre carismático, único y a la vez muy versátil, dotado de ese plus mágico que nos mete más en la película que se evoca, y un guion comedido pero emotivo firmado por Jordi Cos. El público esperaba la siguiente intervención de Salvador Vidal tanto como esperaba la siguiente pieza del concierto, y esa es la sinergia, la simbiosis a la que aspira un concierto con narrador: que más que narrador se convierta en un instrumento más de la orquesta.
¡Bravo por la OSV, bravo por Salvador Vidal! Y esperamos que el siguiente concierto dedicado a la BSO o a alguno de sus compositores más emblemáticos siga este camino de excelencia, de emoción y de buen hacer.
Crítica realizada por Marcos Muñoz