La Sala Beckett inaugura el ciclo dedicado al autor que le da nombre con Words and Music. Palabras del irlandés y música de Morton Feldman que Nao Albet dirige con acierto y buen pulso. Una pieza radiofónica para la BBC que se transforma en un montaje multidisciplinar tan fiel al espíritu del original como particular es su aproximación formal.
En última instancia, podemos interpretar la obra como una creación sobre el propio hecho de crear. Beckett deja patente de un modo más o menos explícito la imposibilidad de expresarse y aportar significado únicamente a través de las palabras. Sentir, conocer, discernir… No es necesario comprenderlo todo. La manifestación física para expresar sentimientos es algo que los humanos activamos para expresar de algún modo lo que las palabras no alcanzan. Palabras que pueden ser el equivalente al silencio, cuyo deseo no es el de controlar o reducir sino el de escuchar.
Resulta algo complicado captar el uso inusual de la música en esta obra y, sin embargo, los Albet lo han conseguido, y perfectamente. Nao (dirección, traducción e interpretación) y David (dirección musical) entienden la naturaleza conceptual de la música como un personaje más. Cada interacción musical se puede leer como una línea o réplica para cumplir su función como personaje. Feldman compuso una partitura a la que se le atribuyen intenciones y actitudes interpersonales que van mucho más allá de un una forma «habitual» de expresión. Autor y músico batallaron para lograr un punto de encuentro intercambiable entre ambas disciplinas y, aquí, esto se logra de principio a fin.
La puesta en escena es visualmente impactante y al mismo tiempo adecuada tanto hacia el material original como al formato dramático en que se representa, además de aportar un soporte a varios niveles para amplificar las connotaciones, ideas y conceptos de partida aprovechando también la capacidad visual del espectador en sala. De este modo, la escenografía de Max Glaenzel junto con la iluminación de August Viladomat y el vídeo de Celia Giraldo transforman lo que las palabras y la música suponen para el oyente radiofónico en imágenes que activan también el sentido de la vista. Ideas, palabras y conceptos que se muestran y desarrollan entre la incertidumbre y la aseveración e intuición progresivas. Además, el vestuario de Sílvia Delagneau aporta su toque maestro para que de un modo totalmente harmónico los implicados consigan trasladarnos tan particular universo a un formato totalmente contemporáneo sin renunciar a las virtudes del original. Algunas imágenes de «la torre» son pura fantasía y delirio visual.
Silencio, soledad, una continua sala de espera, el mundo interior y el exterior (también la conciencia de clases)… Todo esto entre cortinas y pantallas traslúcidas que separan. ¿Dónde nacen las palabras y la música? Un útero encharcado de sangre… ¿quién sabe? La interpretación es realmente ajustada y adecuada. Joe (palabra) y Bob (música) son interpelados por Croak (el amo). Lo mejor que se puede decir del trabajo de Nao es que el «es» la palabra. La interpreta. Se convierte de algún modo en la personificación de la expresión oral. Capta con mayor o menos énfasis las distintas aportaciones de valor de cada término. Todo en inglés y alcanzando cada pausa siempre en el momento preciso. Al mismo tiempo, transmite todos los juegos de palabras («please» y «peace», por ejemplo), así como el significado y su progresión. Lo mismo sucede con Jordi Figueras, que parece asumir cada acotación como un dogma que hay que asimilar y escenificar junto a Anna Hierro que simboliza lo físico a través de una coreografía muy bien ejecutada y tan enrevesada como estimulante. Bob es interpretado a viento y cuerda (y vibráfono) por el Grup de Cambra de l’ESMUC. En este caso, Meritxell Passalmar, Júlia Catherina Smith, Maria Erra, Beatriz Alvarez, Queralt Giralt, Andrea Garcia y Rubén Bañuelos. Juntos, conforman una compañía de diez que se escucha y complementa de un modo fabuloso.
Finalmente, Words and Music es un proyecto ilusionante por muchos y diversos motivos. Un Beckett en la Sala Beckett es de por sí tentador. Un ciclo dedicado al padre fundador dentro de un ciclo más grande y transversal como es Memento mori, lo es todavía más. Una muy buena opción para inaugurar una esperanzadora etapa dentro de la presente temporada teatral que sitúa al autor como uno de los más grandes referentes del experimentalismo literario y lo hace, precisamente, a través de la experimentación y la inclusión de diversos soportes, formatos y texturas. Sonido, sentido y acción como voces de la consciencia poética y creativa.
Crítica realizada por Fernando Solla