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04.11.2019 Críticas  
Joan Pera, back where HE belong!

El Teatre Condal regresa al género al que lo asociamos desde hace años de la mano de uno de sus mayores embajadores. El pare de la núvia nos devuelve a un pletórico Joan Pera acompañado por el tándem Joel Joan y Hèctor Claramunt, que también suele moverse como pez en el agua en este terreno. Curiosa combinación no exenta de buenos momentos.

Partiendo de una alocada variante de la premisa propuesta por la película del mismo título que Vincente Minnelli estrenó a mediados del siglo pasado, lo que encontramos aquí es un vehículo para el lucimiento de un Pera que aprovecha hasta la última coma. De este modo, consigue meterse al público en el bolsillo y desplegar con generosidad y alevosía todo su abanico de argucias para despertar la carcajada. No hay trampa ni cartón y, en parte, podemos colgar la muletilla de «misión cumplida».

Si cerramos los ojos, volvemos a 1993. En este mismo escenario, No et vesteixis per sopar. Sobre las tablas: Pera, Carles Canut, Amparo Moreno… Eran otros tiempos. ¿Mejores? Quién sabe. Lo que sí que comprobamos es que, en 2019, aquí sigue el primero. He’s still standing. En esta ocasión, muy bien acompañado por Pep Sais. Juntos, consiguen algunos de los mejores momentos de la función.

Sorprende por inesperada la coyuntura. Joan y Claramunt han escrito un vodevil en toda regla, por lo menos en lo formal. Con una estructura en dos actos y con escenas o cuadros muy delimitados, en ocasiones parecerá que nos encontramos ante la reproducción teatral de algunos episodios de la añorada Plats Bruts (¿alguien ha pensado en esta opción?). Este tono lo han asumido bien los integrantes de un elenco que es muy consciente de su función perpetuadora de unos roles propotípicos como vehiculadores de este tipo de relato cómico. De este modo, nos gusta encontrar a Marc Rius o Sergi Vallès apuntándose a la fiesta o a un muy inspirado Oriol Casals que, por momentos, se adueña de la función. Maife Gil y Anna Carreño completan el reparto.

Un bodorrio que la escenografía de Marc Salicrú ha vestido consiguiendo optimizar las dimensiones del espacio escénico y la estructura de la sala para que todo transcurra con dinamismo y espectacularidad en escena y se reciba de un modo óptimo desde la platea. Técnicamente, un producto muy bien fabricado con un envoltorio de lujo para que nuestro Spencer Tracy particular se sienta en la que es su casa. En este terreno, todos los departamentos han realizado con esmero su labor. Como decíamos, un vodevil con todas las de la ley que parte de una idea un tanto alargada pero que, en última instancia, nos ofrece la velada que prometía.

Finalmente, El pare de la núvia ofrece la posibilidad de reencontrarse con el mejor Joan Pera que recordamos en mucho tiempo. Sin duda, una pieza entretenida y bien vestida que alcanza sus mejores momentos cuando los intérpretes se dejan llevar por el desenfreno y la carcajada apenas reprimida. Es entonces cuando la diversión realmente traspasa la cuarta pared y se acomoda en un patio de butacas cómplice y dispuesto a explayarse con este convite teatral.

Crítica realizada por Fernando Solla

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