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30.10.2019 Críticas  
Otra noche. Nuestra noche. La tuya. La mía. Siempre otra

El Maldà acoge una pequeña gran sorpresa. Bàrbara Roig y Pau Ferran protagonizan Una altra nit, un espectáculo creado por ellos mismos que se convierte en un canto de amor hacia lo más íntimo y particular. Paisajes, recuerdos y momentos compartidos. Una pieza de sobremesa que indaga también en una de las obras menos representadas de Harold Pinter.

Se mire por donde se mire resulta todo un hallazgo para cualquiera de los de aquí (y entendamos «aquí» como lo que configura la identidad de cada una de las almas inquietas que nos aproximamos a esta función) unir Pinter, Janis Joplin, los viajes en Renfe y la llegada a ese paisaje que delimita la petroquímica (que configura también un estado de ánimo muy determinado). Captar y situar desde lo nuestro todos estos referentes para insuflarles un halo de particularidad que es al mismo tiempo verosimilitud y adecuación emocional e interior es algo tan emocionante como intelectualmente estimulante. Sin aspavientos innecesarios y siempre desde la cercanía en la creación y la interpretación nos sentimos abrazados de un modo difícil de explicar pero perceptible durante y sobretodo tras la función.

A partir de una idea y dirección de Ferran, él mismo junto a Roig nos mostrará las distintas versiones de algunas anécdotas. Conversaciones que nos llevarán también a explicar y cuestionar los puntos de vista como posibilidades antes que como certezas absolutas. Esto también se aplica a la representación teatral de un modo tan sutil como fructífero. Es muy complicado interpretar así. Todo parece improvisado, prácticamente espontáneo y sobre la marcha. Ser verosímil cuando se debe aparentar esa aparente llaneza es algo muy difícil de conseguir y en este sentido el logro es mayúsculo por parte de ambos y de principio a fin. Dos aproximaciones que juegan/interpretan la naturalidad, sencillez, familiaridad, sinceridad y franqueza. No solo mediante el texto sino también a través del movimiento y expresión corporal.

El apoyo audiovisual de Anna Turellols redondea una puesta en escena que los intérpretes irán modificando a partir de la preparación y recogida de una gran mesa donde charlar durante un tiempo y espacio que son tanto o más mentales que físicos. Y en eso se convierte la representación: en una oportunidad para expresarnos y escucharnos en este punto de encuentro que llamamos convencionalmente función teatral. Y, por supuesto, y sin desvelar más detalles de los estrictamente necesarios, la aproximación a Night de Pinter (1969) se recibe como algo culminante. Nunca se ha visto una aproximación semejante y probablemente esto es algo que no se volverá a repetir. Cómo se incluye dentro del lenguaje interno de la propuesta merece descubrirse en primera persona.

Hermosisímo acercamiento de Roig y Ferran a los recuerdos de los protagonistas de esa pieza breve. ¿Dónde se cogieron la mano por primera vez? La tragedia de la cotidianidad expresada a través de las diferencias en los recuerdos compartidos y la división genérica. El autor captó como pocos (o ninguno) las diferencias entre los sentimientos femeninos y masculinos en lo relativo a la pareja ¿Qué significa compartir un hogar? ¿A qué llamamos amor? ¿Cómo puede haber discrepancias sobre los primeros momentos de intimidad conjunta? Tras ver este trabajo, se nos ocurren unos cuántos títulos que nos gustaría (re)descubrir de la mano de esta pareja artística.

Finalmente, Una altra nit nos activa y emociona. Esto quizá sea lo más difícil de alcanzar cuando nos decidimos por una pieza de Pinter. Muy pocos profesionales consiguen captar toda la carga reflexiva, representativa y perceptiva del autor y conmover al atrapar su lado más impresionable. De algún modo, emprenderemos un viaje hacia la comprensión de que realidad y ficción pueden ser en verdad una misma cosa, ya que la conocemos siempre a través de recuerdos o (re)construcciones basadas en la memoria, los sentimientos o nuestra implicación en unos hechos determinados o inventados. Al otro nunca lo conoceremos como es sino como nosotros lo vemos. Así sucede también con nuestra vinculación con el prójimo y la configuración conjunta de recuerdos discontinuos. Roig y Ferran consiguen encandilarnos en una velada hermosa, turbadora y vibrante en la combinan lo suyo, lo de cada uno de nosotros y lo de Pinter hasta convertirlo en un «lu nostru» maravilloso y muy reconocidible.

Crítica realizada por Fernando Solla

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