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20.09.2019 Críticas  
Aquí no se llora

Se inaugura la temporada del Teatro Español con un diamante de belleza cruda. José Troncoso sigue consolidándose como esos dramaturgos a seguir de cerca. Lo nunca visto es un retrato vital de la realidad de tres mujeres unidas por un proyecto abocado al fracaso. Tres mujeres que ejemplifican el optimismo que tantas veces nos falta en la vida fuera del teatro.

Lo nunca visto nos lleva a una atmosfera melancólica. Una escuela de danza vacía, no quedan alumnos, poco a poco han ido desapareciendo y la escuela debe cerrar. La escuela es la vida de Araceli, una mujer que nunca ha bailado porque es demasiado alta, pero que se ha entregado en cuerpo y alma a enseñar danza en esa escuela. Antes de echar el cierre convoca a antiguas compañeras y alumnas para montar un espectáculo de despedida. Un show único. A la llamada acuden solo dos mujeres. Mari Carmen y Sofía. Convencidas y entregadas nos presentaran Lo nunca visto. Sus vidas, la trastienda.

Al fondo un terciopelo rojo, teatralidad absorbente. Una barra de ejercicio y una cuidada iluminación. Tres actrices con el tempo justo entre el drama y la comedia. Porque eso es la vida, un frágil equilibrio entre la risa y el llanto. Cada una, por turnos nos contarán lo nunca visto de sus vidas.

La propuesta tiene mucho de la brillante Princesas del Pacífico que tantas alegrías le dio a José Troncoso y a La Estampida. Esta tiene también unos personajes en apariencia caricaturescos, casi grotescos en algún momento, pero que se descubren bellos y de gran potencia dramática. Mucha culpa la tienen las tres fieras que se enfrentan al cercano público. Belén Ponce de León compone un personaje de inagotables matices. Es una diva que nunca ha bebido las mieles del triunfo. Nunca ha ido a ningún sitio, solo ha estado en su escuela. Ahora solo quiere estar bien y esperando la luz del sol. Alicia Rodríguez es un torbellino. Sus escenas son goce absoluto. Carnaval de sensaciones, risas y puñales a la vez. Ana Turpin es Sofia, la que una vez tomó una mala decisión y sigue pagando las consecuencias.

Lo nunca visto es una montaña rusa de emociones. Vamos de la risa al brusco golpe de realidad en un segundo, esa es la gran genialidad de este montaje. Un texto que nos habla de la imposibilidad de volver atrás para evitar cometer según que errores. Que nos habla del coraje de seguir adelante, que nos recuerda que la vida hay que agarrarla por los cuernos, que nos repite que aquí no se llora.

Cuanto se agradece asistir a montajes hechos desde la humildad. Me alegra verlo programado en una de las salas más importantes de Madrid, posiblemente así el montaje tenga el reconocimiento que se merece. Todo fluye magníficamente. Es una caricia con una pequeña cantidad de veneno. De ese veneno que es el teatro que te toca la fibra y te conmueve. Conseguir empatizar con unos personajes inicialmente opuestos a uno, y, que al terminar la función te los llevarías a casa.

Crítica realizada por Moisés C. Alabau

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