Nació en Bilbao en 1975, creció en Granada y en el 2015 se instala de nuevo en la provincia de Barcelona tras haber viajado mucho y vivido en múltiples y diferentes lugares. Hay quien lo define como un IN_Etiquetable músicoautor vascoandalusí, y la verdad es que comparto totalmente esa descripción.
Yo lo conocí en el Àtic 22 del Tantarantana, presentando Entre jazmines y rosas, un trabajo de teatro, música, audiovisuales y pintura (IN_Clasificable) y me enganchó. El color de su voz, su garra, la personalidad que imprime en su música y sus trabajos hacen de Diego Paqué un artista singular con una particular visión del arte. Además, pertenece a la asociación Latiovisual Cultura (que fundó junto a su hermana Leonor) y, desde hace 4 años, al grupo de habaneras La Guingueta. Encontrar artistas intimistas, con personalidad tan propia como la de Paqué, cada vez se hace más complicado. Así que no quiero dejar pasar la oportunidad de un ´tête à tête´ con Diego para que me explique él mismo quién es y qué quiere hacer.
Diego Paqué, ¿nace o se hace?
Diego Paqué se hace. Yo me llamo Diego José García Martínez. Mi abuelo se llamaba Miguel García Paqué. El artista que la gente ve cuando toco, el guitarrista o el actor, se hace. Lo que pasa que con el tiempo vas conectando más con tu interior, vas conociéndote más. Y entonces vas dándote cuenta de que tu vida, esa vida que va descubriendo Diego Paqué, cada vez se acerca más al Diego en el que yo me reconozco. El Diego José es el que se acuerda de los cocidos de su madre, dónde se ha educado, dónde ha estudiado de chico. Sin embargo, en la vida diaria yo también me reconozco en Diego Paqué porque todo pasa por un mismo filtro. Todos los acontecimientos que entran en mi mente, todas las cosas que veo en la calle o mis vivencias, al final pasan por ese filtro de la música o de lo escénico. Y ahora, es muy difícil que, por ejemplo, yo vea esa tienda de ahí enfrente que pone «Roba de Treball», con esa fachada tan auténtica, con sus toallas, y no me diga: «¿Te imaginas a una chica ahí bailando y yo tocando ahí abajo?… Y es solo una fachada de una calle. Pero es que cada vez me siento más reconocido en Diego Paqué. No porque me considere más artístico, sino porque ahora todo lo relaciono con dónde me lleva actuar, preparar un trabajo, tocar… te lleva a una espiritualidad que me acerca más con el yo de la verdad.
Músico, actor, poeta… ¿Qué disciplina te inspira más o cual es la que más te identifica?
Mira, yo empecé a tocar la guitarra porque me gustaba mucho cantar. Y como no tenía a nadie más con quien hacerlo, pues empecé a tocar. Quería ser como los músicos que yo escuchaba. De chico, quería ver la gente a lo lejos, y las luces. Soñaba con esas cosas. Y entonces, aprendí a tocar la guitarra. Al cantar, tenías que escribir, tenías que contar algo. Y esto me viene de mi madre. Mi madre, aunque era casi analfabeta, con lo poquito que sabía escribir sabía muy bien como transmitir lo que sentía por medio de la escritura. Y ahí vi un canal muy interesante. Que escribiendo podía decir cosas; cosas que a la gente a veces no se las podía decir directamente, pero que sí podía decirlo comprimido en una canción. Así que mi estado natural es la música. Lo que pasa es que la literatura y la interpretación me han llevado luego a hacer otras cosas. En alguna etapa de mi vida también he escrito poesía y poesía musicalizada. Cosas con las que también me he sentido a gusto, dependiendo del proyecto. Retos que me han enseñado mucho y que luego he utilizado. Pero en realidad, me cuesta definirme. ¿Soy guitarrista de flamenco, soy guitarrista a secas o soy «guitarrero»? ¿Soy cantaor, soy cantante o soy trovador? Definirse a uno mismo siempre cuesta. Pero la disciplina que me ha llevado a otros lados es la música. Donde yo veo la magnificencia del arte, donde yo me quedo maravillado de hasta donde he podido llegar al sentarme en una silla y sentir tanto, ha sido con el cante y con la música.
El sonido Paqué, que tiene algo de fusión de flamenco con musical orientales, entre otras cosas, ¿de dónde viene? ¿Y a dónde te transporta a ti y a dónde crees que lleva a tus oyentes?
Yo recuerdo cuando hice mi primera canción y la presenté en público a un grupo de colegas. Entre ellos había uno que llevaba mucho tiempo en esto de la música y me acuerdo que después de haber terminado, me dijo: «Diego, has tocado 10 canciones y no sé por dónde cogerte». En aquella época yo escuchaba cantautores latinoamericanos, pero venía de escuchar a Boney M. También gustaba mucho Judas Priest y Metallica, alguna canción de George Michael o, fíjate tú (sonrisa), alguna de José Luis Perales. A mí siempre me ha gustado la música porque sí. Pero luego hay alguna cosa que sí me declina mucho hacia el flamenco, que es lo rítmico y lo que se dice en las cosas del flamenco. Y al final, como me dijo un productor hace poco, he conseguido tener un sonido mío, aunque a veces yo mismo no sea consciente. ¿A dónde me transporta mi música? Bueno, cada vez es más difícil ponerse delante del público, porque cada vez ves que esto te transporta a sitios que no quisiera tener que compartir; quisiera que esos sitios se quedarán un poco más para mí. Me gustaría no tener que mostrarme así, porque cuesta tanto… Mi música me saca de ese Diego que nació en el País Vasco, se crió en Andalucía y que ha estado dando vueltas por tantos sitios. Me lleva con alguien que, en estado natural, quizá me costaría ser. Pasas por la bondad, por la humildad, por la tolerancia, por la autocrítica, por el miedo… A mí me lleva a esos lugares. Es como hacer terapia constantemente sin ser consciente de ello. ¿A dónde le lleva a la gente? Hombre, basándome en la gente que me ha visto actuar, lo que casi siempre me dicen es que nunca se hubieran pensado que etiquetando mi música de alguna forma, con algún estilo musical o alguna tendencia (como flamenco, flamenco-fusión, rumba, o jazz, por ejemplo) habrían llegado a lo que han llegado con ella. Eso me genera a veces angustia, porque es muy difícil explicar a alguien lo que vas a hacer. Pero también me parece magnífico, porque cuando yo compongo tengo mis expectativas de lo que quiero transmitir y cuando alguien me contesta que le ha llevado a tal o cual sitio me parece fantástico. Yo creo que al final, lo que la gente experimenta es la autenticidad con todas sus consecuencias. A veces aciertas y otras no. Pero creo que con lo que sí se ven identificados es con algo que les gustaría decir y no se les habría ocurrido. Y otra cosa que últimamente veo es que la gente relaciona mucho con Diego Paqué con la libertad. Libertad a la hora de exponerte, y de hacerlo sin prejuicios. Sin pensar demasiado en el «a ver si…» o el «y si…». Eso lleva a la gente a un estado de naturalidad, de querer abrirse a escucharme y a ver qué pasa y cómo se sienten.
¿Cuales son tus sensaciones encima de un escenario, estés interpretando, tocando tus instrumentos o cantando?
Los momentos previos son insufribles. La guitarra flamenca se toca básicamente con las manos, sin púa, con las uñas. Luego está la voz, tener que decir algo que tenga la verdad de lo que tú quieres decir. Esa sensación de que tienes que estar físicamente bien (que no se te rompa una uña, que la garganta esté bien) sea que toques en un bar pequeño o en un teatro grande, es insufrible porque siempre estás con la preocupación del «a ver como llego…». Y luego está lo espiritual. Tú puedes estar haciendo las pruebas de sonido por la mañana, hacer unas pruebas increíbles y pensar: «Ostia, ¡qué bien! ¡Cómo me siento!» y llega la hora de tocar y de repente, por lo que sea, tu cuerpo no responde, o te dan una mala noticia, que luego te sale en el escenario, y aún y así tienes que sacarlo adelante. Pero cuando esa barquilla ya coge su ritmo y ves que estás dentro, lo que llego a sentir es que no hay gravedad, no pesas. No tienes ninguna pretensión. No hay pudor si pones una cara de una forma o de otra, si lloras o ríes. No hay filtro. Para mí eso es una liberación. Me hace sentir bien, me conecta conmigo mismo. Y todo eso me quita muchas tensiones. Pocas veces tenemos la oportunidad de expresarnos como queremos realmente. Y finalmente, cuando en lo alto del escenario, miras y ves que hay una recepción, lo que se siente es la satisfacción de que uno no está tan solo en este mundo. Que hay gente afín. Y eso, te reconforta mucho.
¿Qué trabajo, de todos los que has hecho, te ha dejado más huella o con cuál has sentido algo más especial?
Lo especial siempre ha pasado por las personas. Ha habido trabajos a los que les he tenido mucho cariño, que el proceso de creación ha sido magnífico. Pero lo especial siempre ha pasado por cualquier persona que haya colaborado conmigo en ese proceso. Aunque no haya escrito ni una letra, aunque no haya puesto ni una luz. Pero ha estado ahí conmigo. Hay varios que son entrañables… Por ejemplo, la primera producción que hicimos con mi hermana Leonor. Ella y yo nos llevamos 12 años. Ella es universitaria y yo no. Ella es escritora y periodista. Yo era soldador y tocaba la guitarra. Encontrarte trabajando con tu hermana delante de la gente, con un material que tú sabes de donde viene, de años de escritura, y poder plasmarlo en un escenario, eso fue muy entrañable. O cuando he pasado por delante de un teatro y me he dicho: «¿Cómo sería tocar aquí?» y luego hemos grabado un disco en ese lugar, como me pasó en el Teatro Principal de Mahón, que éramos 30 personas trabajando. Todo pasa por las personas. Proyectos bonitos hay muchos. Cada canción, mismamente. Y nada supera el momento en el que te sientas a crear algo y ves que pasan las horas y no te puedes levantar de esa silla y estás en un espacio que no es de nadie y estás a solas y conectas con algo que es lo que te empuja al final a llevarlo a cabo, a tirarlo adelante. La gente te da un feedback, que es muy bonito, y hace que tu obra se convierta en algo maravilloso. Pero ese proceso de estar frente a los papeles, las fotografías, los audios, grabarte en un cassette o ahora en un teléfono, preguntarle a tu hermana por una palabra que has puesto en una canción… Ese proceso, para mí también es especial. Y eso suele pasar cada vez que haces una canción o escribes algo.
Qué te gustaría hacer, que aún no hayas hecho, y por qué.
A mí me gustaría hacer alguna cosa que tuviese mucho reconocimiento, pero para poder llegar al momento de poder agradecer a toda la gente que ha hecho posible que yo haya llegado hasta allí. Gente joven con la que me relaciono, gente que me ha conocido, amigos a los que yo admiro y de los que aprendo mucho. Gente como Jorge Cabrera, Jorge Yamam, Cristina Gamiz que en el mundo del teatro me han enseñado muchísimo. Lo mismo con músicos como Childo Tomás, Marcos Mezquida, los palmeros del barrio aquel… Y decirles que esto ha sido realmente gracias a ellos. Porque en algún momento hicieron o dijeron algo que, sin pretenderlo, me ha obligado a seguir adelante porque esto vale la pena. También me gustaría tener ese reconocimiento por mí mismo (que eso nos gusta a todos), pero sobretodo para poder demostrar que todo lo que uno quiere hacer, que ama, vale. No vale solamente para que tú te hagas más o menos conocido o para poder tener una vida mejor, sino para poder decirle a la gente que con esto se pueden salvar muchas situaciones, que una canción, en un momento dado, te puede elevar y que vale la pena seguir un sueño. A veces parece que todo lo que nos pasa es normal que nos pase, pero no es así. La vida cuesta mucho. A algunos más que a otros. Por eso, me gusta ver que cuando viajo o conozco gente de otros países y me cuentan sus historias, me veo identificado con ellos y veo que el esfuerzo merece la pena. A niveles más específicos, también me gustaría mucho poder componer una banda sonora completa en cine o de una obra de teatro o de un espectáculo de danza (ya he hecho alguna cosita), donde ya trabajas con mucha más gente y con otra disciplina. O, ¡yo que sé!, subir un 3000 (risas).
Eres parte de Latiovisual Cultura, una asociación que produce proyectos relacionado con el arte pero que siempre está enfocado a presentar contenido social. ¿Cómo y por qué se crea?
Mi hermana siempre ha estado ahí. Cuando yo tenía 16 años grabé mi primera maqueta en la Cadena SER porque ella trabajaba allí. Pero poco antes del 2010, que ella iba a sacar su primera novela, me pide que en su presentación en Madrid esté tocando. Y después de aquello, en el 2011, yo grabo mi primer disco en el Teatro Principal de Mahón. En todo ese periplo, ella siempre ha estado muy presente, apoyándome mucho. Así que después de aquello, pensamos en crear alguna entidad que nos permitiera mostrarnos no como Diego Paqué o Leonor Paqué, sino como un conjunto. Así es como nace, primero con mi hermana y yo, con sus textos y mi música, y el hijo de ella, Zuhaitz Silva, que es realizador de documentales. Y cuando yo ya me establezco en 2015 de nuevo en Catalunya, se unen Laia Casas y Judith Junyent, que es cuando empezamos a teatralizar cosas de Leonor y a hacer muchas cosas relacionadas con la mujer. Hago un paréntesis para explicar esto porque es que los hombres de mi generación, que nos hemos criado envueltos de mujeres, nunca hemos tenido en cuenta el papel tan importante que tenéis en nuestras vidas. Ya no solo porque nos dais la vida, sino cómo influye en ti las costumbres de las mujeres. Cuando yo descubro esto es cuando me doy cuenta de mi yo más machista y del más feminista. Y al trabajar con Leonor, que siempre, desde muy jovencita ha luchado por la igualdad de las mujeres y el derecho a que puedan estudiar (ella fue de las primeras mujeres, hija de obreros, que accede a la universidad en su época) todo eso me trae un aire diferente y cambia totalmente la dirección de mi carrera. Ahí nace Latiovisual. Y empezamos a hacer cualquier cosa que pueda tener una aplicación social, cultural y artística.
¿En qué estás trabajando actualmente?
Llevo un par de años o así sin sacar nada como Diego Paqué músico. Así que estamos preparando un vídeoclip con Nico Aguerre, que es un excelente realizador y al que también admiro muchísimo. También estoy trabajando con Jorge Cabrera en algo escénico. Esta es otra persona, que entra en mi vida de forma casual, que ha representado un salto en mi carrera y que ha cambiado completamente mi visión de mí mismo. Él, y su hermano Oscar Sanz Cabrera, me hacen ver un Diego que yo no había descubierto. Con Jorge Cabrera tenemos algunos proyectos, que espero que salgan a la luz. Y también quiero grabar una actuación en directo, antes de que acabe el año, en una ermita del S. X en el interior de Catalunya.
Entrevista realizada por Diana Limones