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04.09.2019 Críticas  
La familia unida

Llega al Teatro Amaya una dramedia familiar. Juntos, del autor italiano Fabio Marra, bajo la dirección de Juan Carlos Rubio es un viaje costumbrista, con muchos lugares comunes, pero con un brillo emocional que hace reconciliarse con eso que tantos dolores de cabeza nos da. La familia.

Isabel es una madre entregada. Entregada a Miguel, su hijo cuarentón. Un hijo que es diferente. Lo que muchos dirían es que Miguel no es normal. Sandra, la otra hija de Isabel tiene claro que Miguel debe ser ingresado en un centro especializado, cree que así su madre tendrá algo de vida, cree que así su madre por fin sonreirá. Pero, ¿quién decide qué es lo normal? ¿cómo se mide la felicidad? Las respuestas quedan flotando en el aire una vez los aplausos finalizan.

Juan Carlos Rubio dirige con mimo el texto y se vale de un elenco que defiende muy correctamente sus personajes. Bajo la apariencia de texto sencillo de drama familiar. Madre sola, hijo aparentemente con problemas mentales, hija que huye del hogar en busca de un horizonte más amplio que el que ofrece ese hogar. Con esas premisas se construye una historia que si bien no sorprende, si recorre unos derroteros cuanto menos duros e incluso crueles en algún momento.

Kiti Mánver se luce a gusto en el papel de Isabel y, sin duda, es un reclamo más que suficiente para acercarse al Amaya. Su papel, que en un principio se intuye tierno, sorprende al sacar un genio en algunas veces incómodo. Será al conocer su historia cuando comprenderemos que hay mucha amargura y superación en la historia de esa entregada ama de casa. Consigue Kiti emocionar en la construcción de esa mujer. Gorka Otxoa está excelente en el papel de Miguel. Ese hijo “anormal”, con grandes dosis de humor, con un papel físico maravilloso. Entre ternura y sorna consigue meterse al público en el bolsillo. María Castro es Sandra, el papel más difícil, con el que en un principio dificulta empatizar. Lo defiende con garra y al final nos reconciliamos con ella. Inés Sánchez hace gala de su don para la comedia y su personaje es un buen desengrasante ante la tensión que en algún momento se acumula sobre las tablas.

Curt Allen firma una escenografía de esas que gustan. Esa cocina a la que no le falta detalle con esa ventana al patio de luces en el que se intuyen ruidos de vecinos, cenas preparándose y alguna que otra riña. El giratorio permite recrear los otros espacios con finura. Sin duda el Teatro Amaya gana enteros, no solo con esa escenografía, sino con este montaje.

Cierto es que el desenlace puede llegarse a intuir pero no por eso deja de interesar. Si buscamos una obra con mensaje profundo que nos deje taciturnos este Juntos no lo es. Pero esa sencillez no desmerece en absoluto el conjunto. Si uno escarba encuentra temas de gran calado pero pasados por el tamiz de la dulzura. Juntos se disfruta como lo que es. Un plato ligero para despedir el verano y encarar otros platos fuertes que a veces se indigestan.

Crítica realizada por Moisés C. Alabau

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