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12.07.2019 Críticas  
Dos horas de baile

La Sala Cuarta Pared de Madrid celebra este mes su ciclo de Desenfreno: Noches de baile sin Red. El fin de semana pasado, le tocó el turno al ecstatic dance y al soulfunk. Ideal si les interesa el baile o son aficionados, quieren hacer ejercicio o simplemente aprender algo nuevo y vivir una experiencia diferente con gente de todas las edades.

Aún están a tiempo de apuntarse a la última sesión de balfolk. Llego a la sala y, de repente, me explican que voy a realizar una actividad participativa de baile. ¡Ni me lo esperaba! Quizá debería empezar a leer las descripciones de los eventos a los que voy a asistir… Aunque, por otro lado, así todo es más inesperado y divertido. Solo diré: ¡menos mal que llevaba ropa cómoda!

Dentro, DJ Arun Ji espera a veteranos y novatos para explicarnos los orígenes de las reuniones de ecstatic dance, que él dice haber conocido en la India. Posteriormente, enumera las reglas: hemos de bailar o movernos descalzos, podemos hacerlo solos o acompañados, siempre respetando el espacio vital del otro y sus deseos (de hecho, existe un gesto, una especie de reverencia, para indicar que te apetece estar solo, contigo mismo). ¡Ah! Y no se puede usar el móvil. El objetivo: dejarse llevar, entrar en contacto con uno mismo y, sobre todo, con el cuerpo, olvidando, por un ratito, la cabeza, y también conectar con los demás participantes, a ser posible.

Empezamos con un calentamiento guiado, caminando por el espacio y familiarizándonos con la sala; nos cruzamos con desconocidos y destensamos los músculos, las tensiones, adoptamos una mayor o menos velocidad, tratamos de quitarnos la vergüenza, de relajarnos y concentrarnos en cierto modo. La actividad es muy flexible y respetuosa en este aspecto, ya que, si uno se siente cansado o abrumado, no tiene más que parar o sentarse, y puede salir de la sala en cualquier momento.

Decidí quedarme las dos horas y pude observar una evolución sorprendente en aquel grupo de desconocidos, que se entregaban por completo al ritmo, algunos casi en estado de trance. Hacia la mitad de la sesión, algunas personas comienzan a gritar o a producir sonidos, otros les siguen, se tiran en el suelo, se contorsionan, parecemos una tribu en pleno ritual, hemos vuelto a nuestros orígenes. Yo misma me sorprendo sudando y me encuentro con las manos hacia el cielo. Una locura, una liberación.

Tras haber probado una de ellas, puedo decir que las sesiones del ciclo Desenfreno: Noches de baile sin red son interesantes, alucinantes, sencillamente diferentes. Les propongo que vayan alguna vez, que superen sus miedos o, al menos lo intenten, y que compartan con otros su energía, pasos de baile, estilo y creatividad en un espacio artístico sano. Eso sí: prepárense para pasar un poquito de calor.

Crítica realizada por Susana Inés Pérez

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