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05.07.2019 Críticas  
Moderno con(tra) antiguo

Victoria Szpunberg, como autora residente en la Sala Beckett, vuelve a estrenar pieza en la sala, esta vez en el marco del Grec Festival 2019. Amor Mundi es una obra contemporánea en todos los sentidos: en lo estético y textual así como en los dilemas que presenta. Una temática que no pasa de moda y que invita a la reflexión.

¿Qué es o no es válido en cuanto a la educación infantil y juvenil en las escuelas? Aurèlia es una maestra con una edad cercana a la jubilación que ha sido expulsada del colegio presuntamente por pegar a una alumna. Está encerrada en su casa, siempre a oscuras, porque además se está quedando ciega. Su sobrina, se presenta un día para quedarse con ella y ayudarla y averiguar qué ha pasado, y a ellas se une una de las monitoras del colegio con el mismo fin.

Este texto de Szpunberg presenta un frente y tres perspectivas. Tres puntos de vista sobre un mismo asunto. Y, además, la autora sube a la palestra una cuestión candente y controvertida como es la de la disciplina en los colegios y hasta dónde puede llegar un profesor para frenar el acoso escolar que, desde hace años, está tan en auge. Szpunberg dibuja tres personajes que resultan no ser lo que parecen. Deja un debate relativamente abierto en cuanto al planteamiento de cada una de estas tres mujeres explicando cada una de sus visiones sin asignar culpa o inocencia en cada una de ellas. Un ejercicio bastante neutral, en el que juega con formas presentes y pasadas y en el que el espectador puede adjudicar quizá más de una opción como válida.

Todo transcurre en un radio de acción mínimo (prácticamente todo ocurre en el centro del escenario), con la escenografía oscura que Max Glaenzel ha diseñado donde tenemos al mismo tiempo la casa de la maestra con su mesa de comedor en el centro que recuerda también a su mesa en clase y rodeada de pupitres, como viviendo en una encerrona constante. Un buen trabajo, bien complementado con la iluminación de Paula Miranda y los audiovisuales de Joan Rodón que, de nuevo, mezclan clásico y moderno.

Ver a la Angelat de nuevo esta temporada, también es un lujo. Las tablas de esta mujer (que no son pocas) reciben una excelente réplica de sus compañeras de escena Aina Calpe y Blanca García-Lladó. Se evidencia compenetración de principio a fin y en conjunto y como separado sus trabajos son excelentes, demostrando que juventud no está reñida con profesionalidad cuando se ama la profesión.

Seguimos teniendo un año de temáticas intensas y muy apropiadas. Montajes contemporáneos que ayudan a reflexionar a la par que nos hacen disfrutar. La Beckett es una de las salas punteras de referencia ahora mismo en Barcelona para ir a ver este tipo de teatro. En esta ocasión, tienen hasta el 28 de julio para disfrutar de Amor mundi, el amor del mundo.

Crítica realizada por Diana Limones

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