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01.07.2019 Críticas  
Zarzuela: The Musical

Cierre de relumbrón para una magnífica temporada del Teatro de la Zarzuela, Zarzuela en Danza es un broche de platino y brillantes para disfrutar de la otra disciplina clave que hace a la zarzuela un género único: el baile.

Un bailarín (Alberto Ferrero) emprende una persecución, a través de sus sueños, de Zarzuela, una mujer escurridiza que, de escena en escena, va contagiando su arte toda escena que toca: son 14 los lugares que frecuenta, desde una corrala, a una sociedad artística, hasta una caravana gitana, los mismos cielos, una isla hasta llegar a la misma calle, donde los tarareos de los viadantes la mantienen viva y actual.

El «Ron Lalá», Álvaro Tato, a la dramaturgia, Nuria Castejón, a la escena y coreografía: y la dirección musical de Arturo Díez Boscovich,  cierran un montaje, que sin alcanzar la excelencia, es un disfrute indudable, y ejemplo de ello son los bravos y los prolongados aplausos de la audiencia en varias de las escenas, en particular con la cuarta escena en la Sociedad Artística con el solo de Cristina Arias con el fandango de Doña Francisquita, y la caravana de la escena octava con el intermedio de La Leyenda del beso, y la jota de los Gigantes y Cabezudos de la onceava escena.

Si en el «incendiario» montaje de Doña Francisquita, precursor de este en la temporada, se prescindía de toda la palabra para centrarse en la música y algún brillante momento de danza, a cuyo cargo se encontraba Nuria Castejón, en Zarzuela en Danza, se elimina en gran parte el texto, para deleitar el presente con píldoras danzantes de emblemas zarzuelescos como La verbena de la Paloma, La Revoltosa, La corte de Faraón, y las ya mencionadas Doña Francisquita y Gigantes y Cabezudos. Aquí la audiencia viene «avisada» que no viene a ver una ‘zarzuela-zarzuela’ y llegan de casa con la medicación tomada y la tensión en niveles óptimos. Al menos el patio de butacas cierra la temporada con vitos, bravos, y aplausos sinceros y calmados, dejando atrás las pataletas y las faltas extremas de respeto que se vivieron hace escasamente un mes.

Es realmente sorprendente y paradógico que el mensaje que Álvaro Tato ha querido transmitir con este montaje es que la zarzuela está viva, que puede cobrar la forma que quiera, pero que es nuestro deber conservar el legado de la misma, que no caiga en el olvido cuando la generación que patalea ante la vanguardia zarzuelesca, perezca, y que sea esta misma la que protesta ante renovaciones estilísticas, pero aplauda el mensaje de esta, con un acercamiento «amable» al género. Zarzuela en Danza es un spin off de la labor del Proyecto Zarza, que progresa adecuadamente y que aún no cuenta con mayor representación en las temporadas venideras, pero que tiempo al tiempo, puesto que el proyecto renovador de Daniel Bianco ha logrado que en los últimos años cale en la sociedad, que no solo acude cada vez más a este Teatro de la Zarzuela, sino que traslada el nombre a la calle, que se hace eco de sus polémicas, y aunque sea, muchos movidos por el morbillo de lo hater, se acerquen a presenciar todo lo que la zarzuela nos puede ofrecer. Si uno no pisa un teatro en su ciudad, pero cuando viaja a Londres o Nueva York se mete un musical entre pecho y espalda, qué menos que disfrutar del género chico que tenemos tan a mano.

Zarzuela en Danza es un homenaje al cuerpo de baile, y los bailarines de este proyecto, miman el proyecto y entregan lo mejor de cada uno para que sea un goce verles. «Vi en un sueño tres mujeres», à la Rosalía, los tanguillos flamencos y la tarántula de La tempranica, y las escenas en la corrala, son un disfrute sin precedentes, y la poética y el sentimiento de la escena séptima (Poeta) con el Granada, Granada mía de Emigrantes, y el homenaje a Federico García Lorca con Néstor Losán y Xavier Benaque, eriza la piel y quiebra la voz. La representación del sector gitano quizás es demasiado extensa, y la contradanza de Cecilia Valdés en el tramo final, hace perder el ritmo y la brillantez de toda la hora anterior, pero son más ejemplos para ver todos los espectros que cubre la zarzuela, que no solo son miriñaques, bandoleros, y violeteras.

Ya no nos queda mas que esperar con ansia el comienzo de la temporada, y qué mejor que acortar la espera que acercándonos a aplaudir esta Zarzuela en Danza y celebrar que está mas viva que nunca.

Crítica realizada por Ismael Lomana

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