Estos días, el Teatre Gaudí de Barcelona programa Karen, la nueva obra de autoría de Ever Blanchet que nos hace permanecer entre la duda de lo correcto o lo mejor para la familia.
La historia de Karen es sencilla a la vez que impactante. Dos matrimonios comparten un trágico destino que mantienen en secreto. La intención de esconderlo hace que tengan que enviar a sus hijos a la otra punta del planeta. Una de ellos tomó una mala decisión. Ahora, 13 años después, todo vuelve a revivirse y todos se plantean lo ocurrido.
Con un hilo argumental difícil de seguir, sobretodo en la primera parte del texto cuyos huecos e ideas se completan mediante un «gran flashback» que disfrutaremos más adelante, Karen nos presenta una dicotomía impactante. No hay duda que la pregunta es tan fuerte como la situación planteada: si tus hijos hubieran hecho algo así, ¿tú qué harías?
No voy a desvelar lo que ocurre, ya que ello sería realizar un gran spoiler de la obra; pero he de decir que tras una semana, sigo pensando qué haría y, la verdad, no lo tengo nada claro. Y es que, ahí está la gracia de Karen. Plantearte qué harías tú si fueras uno de los padres y cómo reaccionarias en esta difícil situación.
Ever Blanchet ha sabido llevar al público al pensamiento crítico de la obra. A la búsqueda y tratamiento de la culpa expresada creando una tensión inicial al mostrar un texto que no lo dice todo. Todos evitan hablar del tema, nadie quiere mostrarlo; hasta que llega el «gran flashback» y los huecos se van auto-completando.
La dirección de Marta Gil Polo es muy interesante respecto al texto. Jugando muy bien con las perspectivas de la sala y con la «casi» obligación de seguir con la mirada a cada uno de los personajes debido al constante movimiento de la escena, hace que nos mantengamos atentos a todo lo que ocurre. Las pausas entre frases, la dicción, las miradas… Todo parece medido al milímetro.
Respecto a las interpretaciones, he de decir que son complicadas y agradecidas a la vez. Es difícil poder mantener ese nivel de tensión en escena casi en consonancia con todos los personajes (aunque alguno queda relegado por importancia; como ocurre, por ejemplo, con el personaje de Tena). Pero interpretaciones como las de Carles Pulido Queralt, Armando Villen o Isa Mateu (esta última con un contrapunto de humor negro delicioso) son de agradecer. Intensidad controlada, personaje intrigante, cambios latentes en el personaje y su sino en el texto… Ellos nos mantienen enganchados. También es cierto que Blanchet les ha dado el mayor y más que agradecido peso de la función.
Por su parte, Daniel Gener hace un gran uso de la iluminación del Teatre Gaudí llevándonos a ese ambiente de thriller que tanto nos gusta y que tan buen resultado da al texto.
Karen es uno de esos thrillers que van bien para desconectar el fin de semana. Con un final demasiado abierto para mi gusto (por decisión del autor), en el Teatre Gaudí de Barcelona podemos disfrutar de una obra que nos hace pensar.
Y tú, ¿qué harías? Pasa por el Gaudí a ver Karen y me cuentas.
Crítica realizada por Norman Marsà