Basada en El coronel no tiene quien le escriba de Gabriel García Márquez, se estrenó el pasado 15 de mayo en el teatro Infanta Isabel de Madrid con Imanol Arias en el papel protagonista y bajo las órdenes del director y guionista de cine Carlos Saura.
La obra, que cuenta la vida de un viejo coronel retirado que espera una pensión que nunca llega, ha sido adaptada al teatro por Natalio Grueso. Esta adaptación no parece una tarea nada sencilla pero estando dirigida por uno de los cineastas españoles con mayor prestigio a nivel internacional y protagonizada por dos grandes actores como Imanol Arias y Cristina de Inza, la obra se antoja estimulante, sobre todo para los que somos admiradores del escritor colombiano. Lo no tan bueno es que las expectativas generadas son muy altas y cuando no se cumplen dejan cierto sabor agridulce.
El arranque de El coronel no tiene quien le escriba es celebrado por todos los espectadores que estábamos allí presentes pero pronto el entusiasmo decae a medida que el espectáculo avanza y va demostrando un resultado que cojea en algunos momentos. Es verdad que la forma de representar la historia es bastante original: transcurre en un único escenario –la humilde casa del coronel y su mujer- donde el movimiento de algunos elementos, la iluminación y el sonido crean diferentes espacios dentro y fuera del hogar de los dos protagonistas. Asimismo, el gallo de pelea que ambos crían aparece representado en una pantalla situada en medio del escenario que nos retransmite sus limitados movimientos.
Un decorado efectivo, lleno de detalles que los espectadores siempre agradecemos y que sirven para mantener al público atento. En este sentido, todos los elementos confluyen para obtener la máxima naturalidad posible.
Imanol Arias –en el papel del coronel- vuelve a subirse a un escenario con una interpretación que, a mí parecer, no logra encontrar el equilibrio ni convencer totalmente por lo que nos deja un poco fríos. Por otro lado, Cristina de Inza –en el papel de la mujer del coronel- realiza una brillante interpretación que nos hace saborear la desesperación de su personaje. El resto del reparto –Jorge Basanta, Marta Molina y Fran Calvo– dota de humanidad y gran profundidad a sus respectivos personajes. En conjunto se trata de un elenco que fluye sobre el escenario y demuestra un esfuerzo coral.
Pienso que El coronel no tiene quien le escriba tiene un gran material de partida y maravillosas intenciones pero el interés decae y lo único que realmente me convence es tanto la escenografía como el uso que de ella se hace. El éxito del actor protagonista no se sostiene del todo y a veces cae en la tentación de la sobreactuación, sin embargo, el público muestra su gratitud con él al final la función entre sonoros aplausos.
Ver el teatro lleno es muy ilusionante y siempre es un regalo, ¡qué alegría da! y es con lo que me quedo. Con ese buen sabor de boca y con la felicidad de haberme vuelto a leer, antes del estreno, esta maravillosa novela de García Márquez que estaba volviendo a coger polvo en la estantería.
Crítica realizada por Patricia Moreno