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15.05.2019 Críticas  
Una pistola descargada

Mi película italiana, en la sala Margarita Xirgu del Teatro Español, acaba de entrar en la dinámica de colgar el cartel de “Localidades Agotadas” función tras función, por los buenos comentarios desde su estreno.

Yo (Camila Viyuela) actúa de narradora para contarnos la historia de las mujeres de su familia: su madre, tías, abuela (Elena González, Mona Martínez, Nerea Moreno, Inma Nieto y Teresa Lozano) y prima (Vicky Luengo). El funeral del abuelo es el punto de inflexión para viajar al origen y al futuro de las consecuencias del reparto de la herencia.

Salva Bolta dirige este texto de Rocío Bello, con funcional escenografía de Paco Azorín e interesantísima y profunda iluminación de Luis Perdiguero (AAI), que convierte ciertos pasajes en momentos con claro trasfondo cinematográfico.

Lo que a priori parece un vehículo de lucimiento de Teresa Lozano, personaje central de la trama, alrededor de la cual gravitan sus hijas, en un cosmos caótico y oscuro, marcado por las envidias y el dinero; se convierte en un espectáculo donde dos historias cobran mayor fuerza y ponen los pies en la tierra a la audiencia: la de Elena González, la única hija que actuó de forma desinteresada, y la de Mona Martínez, que con su físico e interpretación, llega a conmover al desvelar el secreto de esta Mi película italiana.

Si la línea de la abuela en la que expresa que ella tiene una pistola, y las demás no, despierta esa curiosidad de la audiencia en si este personaje con gatillo, hará aparición en algún momento, y la escena del velatorio y el arte de deshuesar un pollo, es histriónica, real y muy divertida, el montaje comienza a despegar del suelo, y a planear sobre una serie de subtramas y escenas en las que se pierde ese ambiente costumbrista y se dilata en demasía, cobrando un tono de novela negra, que se aleja de la ternura inicial, y donde “las malas” tienen un protagonismo que me hace desconectar de la historia, y perder el interés.

Mi película italiana apela a ese dramático y patético momento en el que el poderoso caballero Don Dinero irrumpe en una familia y todos y cada uno de sus miembros dejan caer su máscara para mostrar su verdadero yo. El texto de Bello y la dirección de Bolta intentan que esta peculiar familia con nombres de grandes actrices del cine clásico italiano, sean protagonistas de un drama clásico, pero la intención se pierde en ciertas escenas que en vez de tener un carácter cinematográfico, rozan lo onírico, y divagan sin encontrar el acento adecuado.

Considero que Mi película italiana tiene un gran material de partida, y buenas intenciones, pero falla en la ejecución por un descompensado dibujo de los personajes, sobre los que el interés decae cuando los realmente interesantes, abandonan la escena. Me quedo con el precioso monólogo de Mona Martínez, la contención del personaje de Elena González, y la chifladura y realidad de Teresa Lozano, hasta que su personaje cobra conciencia de sí mismo, y resulta sobreactuado.

El lleno de una sala siempre es motivo de alegría. Y con esto me quedo, con la emoción o el interés que arrastra a la audiencia a disfrutar de este espectáculo, más allá de que a mi, personalmente, no me haya tocado. Enhorabuena, equipo, por este éxito.

Crítica realizada por Ismael Lomana

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