Programa el CDN en el Teatro Valle-Inclán Top Girls, de Caryl Churchill. Texto británico aclamado en los ochenta y que pone sobre las tablas el empoderamiento femenino y los sacrificios a los que las mujeres deben hacer frente para hacerse valer. Un elenco enteramente femenino para un montaje que se alarga un poco más de lo necesario, pero con destellos de buen teatro.
Empieza la función con una peculiar reunión de amigas/conocidas. Mujeres de distintas épocas se juntan para una cena, en la que Marlene ejerce de anfitriona. La exploradora Isabella Bird, Dull Gret, la Papisa Juana, Lady Nijó y Griselda. Todas ellas mujeres especiales, con historias inspiradoras, historias de superación en un mundo eminentemente masculino. A medida que el vino va haciendo efecto, las confesiones se desencadenaran y los detalles de las historias serán cada vez más profundos. Ese primer acto es totalmente desconcertante y llega a crear cierta confusión en el espectador. La disposición de la mesa, en la que las invitadas dan constantemente la espalda al espectador no ayuda precisamente a captar la atención. El batiburrillo de conversaciones no permite agarrar el hilo de la intención. Al fin y al cabo esa escena es un sueño de Marlene, nuestra protagonista británica en los albores de la era Thatcher.
Después del intermedio la historia cobra interés. Ahí descubrimos a Marlene, recién ascendida en su empresa a un puesto normalmente ocupado por un hombre, y que ella ocupa precisamente en detrimento de un compañero. Conocemos también a la “sobrina” de Marlene, una joven que hastiada de la vida en un pueblo a las afueras de Londres, sueña con ser como Marlene y huye a Londres en busca de ella. La hermana de Marlene, Joyce, es la resignada ama de casa, que se ha hecho cargo de los padres envejecidos y ha renunciado a cualquier sueño de progreso feminista.
La historia se desenvuelve con interés, y ahí es donde atrapa esta Top Girls, cuando pone de manifiesto que una vez en el poder, el sexo no importa. ¿Cuánto hay que sacrificar en aras del progreso profesional? ¿Merece la pena? ¿Cambiaremos el mundo? Eso es Top Girls, una dura reflexión del ascenso y las pérdidas en el camino.
Manuela Paso como Marlene está esplendida. Aguanta Manuela una larga función, con la energía rebosante. Ver a la Paso en escena es siempre tan gratificante. Miriam Montilla está sublime en sus distintos papeles. Rosa Savoini me conquistó en ese papel de ama de casa británica, mucho mejor que en el papel de la exploradora. Huichi Chiu tiene el exotismo y un gran don para la comedia. Macarena Sanz tremendamente divertida como Dull Gret en el primer acto, compone un personaje cargado de ternura en el segundo. Completan el reparto, Paula Iwasaki y Camila Viyuela.
La escenografía firmada por Alicia Blas se me antoja demasiado aparatosa para la Sala pequeña del Valle-Inclán. No funciona esa fusión de mundos. La escalera blanca que rodea la puerta a la derecha es totalmente inexplicable. La cocina y la casa británicas tienen sentido, mientras que el resto sacan totalmente de la historia. Algo más conceptual y menos voluminoso habría funcionado, en mi opinión, mucho mejor. Así como la representación de mujeres poderosas al final, no deja de sorprender, por la elección de algunas de ellas, que aunque poderosas, no sé si debieran ser ejemplos de ello.
Prentende Top Girls hacer una lectura realista del feminismo. Se entiende el éxito del texto en su momento. Para 1982, era una verdadera carga de profundidad. Ahora, en 2019, se ha quedado un poco anticuado en el planteamiento, que no en el mensaje. La duración del mismo debería ser acortada, todo el primer acto, aunque novedoso en los ochenta, carece de total interés ahora, mientras que el segundo acto podría ser una función teatral en sí mismo. Se aplaude el esfuerzo de todo el elenco, pero queda sabor a que una vuelta de tuerca al texto y una actualización conseguirían la intención que se proponen. Curioso que sea un hombre, Juanfra Rodríguez el director.
Crítica realizada por Moisés C. Alabau
