Es interesante que el Teatre Nacional de Catalunya apueste por disciplinas que no suelen estar incluidas regularmente en su programación habitual, como es el caso de la danza contemporánea. Pudimos disfrutar de Cuculand Souvenir a principios de temporada y ahora han tenido durante 9 funciones Nom, una propuesta de la Gelabert Azzopardi Companyia de Dansa.
Este es un proyecto que arranca en el 2017 mediante la interacción cuasi anárquica de cuatro artistas que trabajan diferentes facetas de los espectáculos que presentan conjuntamente: el coreógrafo Cesc Gelabert, la diseñadora de vestuario Lydia Azzopardi, el compositor Borja Ramos y la técnica de luces Conchita Pons. Finalmente, se unen a ellos cuatro bailarines que acabarán dando vida de forma visual a su historia: María Andrés, Samuel Delvaux, Roger Gómez y Junyi Sun.
Buceando en los sentidos, tanto de los autores como del espectador, surge un espectáculo que trata de las cosas en sí mismas, antes de recibir un nombre. Pues, como dicen los propios creadores, “antes de las palabras percibimos la luz, el sonido, la materia, el cuerpo”. Y por eso, han llamado al espectáculo Nom (Nombre en catalán).
Además, el público puede percibir el sonido de una forma novedosa, mediante un sistema que se difunde en 3D, desarrollado por el Grup de Tecnologies Audivisuals d’Eurecat, consiguiendo un efecto envolvente desde el mismo principio de la función.
El trabajo musical de Ramos es excelente. Los sonidos y las composiciones electrónicas calan desde el principio y se convierten con elegancia en agradables caricias para el receptor. También se hace interesante poder observar el vestuario que ha creado Azzopardi para la ocasión, con el vestido de americanas del inicio, otro de corbatas o los rojos intensos que rompen la sobriedad que mantiene la escenografía durante toda la función. Aún así, las sensación que queda es que no se consigue llegar a ningún sitio con esta coreografía ni con la participación de los bailarines que aparecen y desaparecen una y otra vez, en ocasiones solo con alguno de ellos en escena y otras veces todos a la vez. Es evidente que no hay un texto en este tipo de espectáculo; ni lo esperamos dentro del marco de la danza contemporánea. Pero sí me hubiese gustado haber percibido más claramente esas sensaciones que provocan el hablar de los sentidos o el expresarse teniendo en mente un argumento como el de Nom donde se tratan las cosas y las personas desde la perspectiva sensorial. Puede ser que no lo supiera leer bien o no lo supiera entender, pero faltó algo de esa línea argumental que se nos pretendía explicar.
Estoy segura, de todos modos, que habrá habido una amplia parte del público que lo haya disfrutado y, repito, hay que agradecer al TNC por estas propuestas diferentes y arriesgadas que son las que definen una ciudad cosmopolita y actual como es nuestra ciudad de Barcelona.
Crítica realizada por Diana Limones