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24.12.2018 Críticas  
Infelices los cuatro

¿Es el ser humano esclavo de sus elecciones y víctima de una insatisfacción natural? En el marco de Essencia, el IV Festival de la Teatralidad de la Sala Teatro Cuarta Pared, se ha presentado Protégeme de lo que quiero: una reflexión sobre la frustración vital a través de cuatro actores que miran al pasado y lanzan interrogantes al presente.

En comparación con generaciones anteriores (y aunque dentro de mil límites), el ciudadano español tiene hoy una capacidad mucho mayor de orientar sus pasos hacia “donde quiera”. En el caso concreto de la mujer, la conquista de libertades ha sido todavía más importante: ya no se depende de una figura masculina para absolutamente todo. No hay que estudiar obligatoriamente en un colegio religioso, no hay que esperar a que un chico te “elija” para bailar contigo en un guateque y no hay que casarse y tener hijos por inercia social. Protégeme de lo que quiero parte de la interpretación de los recuerdos escogidos de la vida de Ana, una madrileña de 72 años cuyo pasado estuvo condicionado por estas y otras cuestiones derivadas de la España franquista. Cuatro actores en escena van recuperando situaciones concretas de la biografía de Ana: sus vivencias son punto de partida y nexo de un ensayo acerca de la felicidad, la memoria y la manera en la que cada uno echa la vista atrás sobre su propio camino.

Bajo creación, dirección y dramaturgia de Pedro Casas y Jordi Vilaseca, los intérpretes Jota Altuna, Alba Blanco, Salvador Bosch y Olga Magaña dan forma escénica a la maraña de emociones que produce la ansiedad existencial. Ansiedad por no tener voz ni voto sobre tu propio destino, pero también la otra cara: ansiedad por tener todas las opciones a tu alcance y no saber qué hacer con ellas. Frente a los retales de la historia de Ana, cada actor presenta su situación en primera persona: ellos son jóvenes de la actualidad y sin embargo personas que también sufren una inexplicable angustia similar a la que pudo pasar Ana, aunque por motivos opuestos. Su libertad de decisión les hace más libres de lo que ella era… pero no les libera de sus propias dudas. Ninguno puede escapar a una sensación de bloqueo y desasosiego, incluso cuando llegan a cumplir sus deseos.

La insatisfacción humana es el centro de un libreto irregular que juega a entrelazar el tono cómico en medio del drama. El montaje coloca a sus extremos cuatro mesillas con lo que se suponen como fotos personales de los personajes / intérpretes que deambulan por la escena. Un gran rectángulo central hace las veces de escenario. El público rodea el espacio escénico y la historia, inspirada en pasajes de la vida de una mujer real, es observada por ella: la propia Ana. Presente en la sala, la protagonista mira todo desde un sillón con posición privilegiada. Ella (al igual que algún otro espectador presente) es invitada a interactuar con la representación.

El resultado de Protégeme de lo que quiero es un buen punto de partida convertido en un suceder de escenas marcadas por un intento de expresividad corporal coreografiada. La construcción consigue introducir a la reflexión, aunque sin profundizar y fluyendo con un ritmo complicado. Se aprecia el amor y la ilusión puesta en un proyecto que habla de sentimientos universales intentando buscar nuevos caminos. Investigación teatral contemporánea que da vueltas alrededor de la pregunta: ¿la libertad de decisión te hace realmente libre?

Crítica realizada por Raquel Loredo

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