novedades
 SEARCH   
 
 

21.12.2018 Críticas  
L’Italiana In Algeri atraca su barco en el Gran Teatre del Liceu

Tras 36 años de no representarse en su escenario, el Gran Teatre del Liceu recupera la ópera L’Italiana In Algeri de Gioachino Rossini; un «drama giocoso» en dos actos que se estrenó el 22 de mayo de 1813 en el Teatro San Benedetto de Venècia.

L’Italiana In Algeri es una ópera en dos actos con música de Gioachino Rossini y libreto en italiano de Angelo Anelli, basado en un texto anterior musicado por Luigi Mosca.

La ópera narra la historia de Isabella, una italiana que se fue a Argelia para conseguir la libertad de su amado, Lindoro, esclavo de un hombre muy poderoso del país, Mustafá. La heroína intentó también ayudar en la relación matrimonial entre Mustafá y su mujer, Elvira. Tal como indica el mismo Liceo, es una obra que juega la carta de la liberación de la mujer a través de su protagonista, Isabella, capaz de poner las cosas en su sitio ante el rudo Mustafà. Rossini consiguió, a sus 21 años, un triunfo total con esta farsa cómica en dos actos. A pesar de su juventud, el músico italiano consolidó su estilo personal, como legítimo heredero de la ópera buffa dieciochesca. Grandes arias y espléndidos concertantes —como el onomatopéyico final del primer acto— son algunos de los platos fuertes de este hilarante menú rossiniano. Se dice que es la primera ópera cómica madura de Rossini. Está cargada de árias difíciles y hermosas, y efectismo, por ejemplo el final de primer acto. Tras ella, Rossini estrenará su obra maestra, El barbero de Sevilla.

La música es característica del estilo de Rossini, notable por su fusión de energía sostenida con melodías elegantes y prístinas. Creando así una variedad de timbres, matices y ritmos que juegan un papel importante en el desarrollo de la intriga. La orquesta no solo cumple con la función de acompañar a los cantantes; sino que debe crear expectativa, provocar la risa, complementar las palabras que transmiten los enamorados o, incluso, llegar al extremo las situaciones más absurdas. Rossini nos presenta variaciones en su dinámica que desarrollan una tensión envolvente, capaz de transportar la acción hacia sus propios límites, formando el ingrediente rossiniano que todos esperamos: el crescendo.

L’Italiana In Algeri es una comedia de enredos situada en un escenario lleno de personajes con alto ego, rodeados de momentos llenos de celos, torsos desnudos en Hammams y un gran palacio junto al mar. Un montaje lleno de luz y color, muy acorde con el espíritu imaginativo de la espumeante música rossiniana, que firma Vittorio Borrelli; quien por primera vez trabaja para el Liceo con esta producción de la Fondazione Teatre Regio di Torino. En lo referente a la sencilla y efectiva escenografía, obra de Claudia Boasso, no podemos dar más que la enhorabuena al Liceo. Los cambios orgánicos creados para la ocasión, y el montaje y transformación del set pieza a pieza, es una delicia a la vista que no te obliga a apartar la vista de los intérpretes. Cuando te das cuenta, ellos mismos han cambiado la escena y pasamos de un Hammam a palacio o a una plaza donde una fuente mitiga el calor a los protagonistas. El vestuario, como no, no podía ser menos y la tónica del color se mantiene, incluso, dentro del Hammam. Santuzza Calì presenta túnicas brillantes, turbantes prominentes y un seguido de vestidos de seda llenos de luz y en concordancia con la escenografía y la iluminación cálida del espectáculo; esta última diseñada por Andrea Anfossi. La dirección musical está a cargo de Riccardo Frizza, especialista en Rossinni. Y el coro del Gran Teatre del Liceu que, como siempre, está dirigido por Conxita García.

La noche en sí fue bastante tranquila. Aún ser un «drama giocoso», el público no sintió esos momentos graciosos de la ópera en los que te hace sonreír. Incluso, desde la dirección, se intentó potenciar este efecto con la llegada en barco de los italianos, con los nadadores seguidos por el tiburón o, incluso, con el guardia de Mustafà quien hizo las delicias del público cada vez que aparecía en escena con intención de empalar al Italiano. Hay que decir que solo estar en escena, sin hacer nada más que estar, tus ojos se iban directamente a él quitando presencia al personaje principal que estuviera actuando en dicho momento.

Pero si he de destacar un personaje que se llevó más de un vítore por mi parte (exceptuando al guardia), fue Isabella, la joven italiana prometida con Lindoro; interpretada la noche del estreno por Varduhi Abrahamyan. Ella es el papel de la ópera y así se hace notar en una partitura que la favorece en todos los sentidos. No hay momento en la que Isabella no aparezca que no te quedes prendado de ella. Y, claramente, Varduhi Abrahamyan, hizo un estupendo trabajo que propició más de un vítore en alguna de las arias que cantó de una forma maravillosamente sencilla, sin esfuerzo y desenfadada. Gran control de la partitura y del personaje. ¡Brava! Junto a ella, destacar también a Luca Pisaroni como Mustafà y a Toni Marsol como Haly, el capitán de los piratas.

L’Italiana In Algeri vuelve a encumbrar aquel sub-género tan querido en el siglo XVIII, que evidencia una marcada predilección por el exotismo, en este caso la llamada «ópera turca»: el temido invasor otomano, siempre al acecho del territorio europeo, era ridiculizado en estas comedias que lo convertían en objeto de burla.

Crítica realizada por Norman Marsà

Volver


CONCURSO

  • COMENTARIOS RECIENTES