La compañía Rhum & cia. vuelve a la carga con su tercer montaje en el Teatre Lliure de Gràcia en Barcelona. Si los dos primeros nos hicieron amar el mundo del clown, el tercero nos muestra la consciencia del payaso, las fisuras que encuentran y la dura realidad del público que no entiende su arte. Un duro golpe que nos destroza y nos muestra una zona del arte que pocos conocen.
Ya lo dice Jordi Aspa, creador y director de Rhumans, en el programa de mano: «El payaso busca y casi siempre encuentra fisuras en la razón y en sus semejantes. El sabio tiembla cuando ríe, por normalmente la materia del reír, la vida humana, está hecha de tristeza, como afirmaba Baudelaire. Cuando los payasos son capaces de hacer números con las letras y de vestir los hechos con desnudez, la libertad es su prisión» Aspa tiene total razón sobre ello y así lo demuestra en un espectáculo de crudeza y sinceridad muy diferente a lo que la gente espera. Un montaje que choca al espectador, que se sincera con ellos, y que les hace reflexionar sobre la figura del payaso de una forma inesperada.
Efectivamente, en Rhumans encontramos espectáculo clown clásico y de creación propia, como bien nos tiene acostumbrados la compañía. Las risas no faltan. Pero este espectáculo va más allá, convirtiéndose en una pieza clave y perfecta para el final de la trilogía. Reímos, sí, pero también salimos de la sala dando vueltas al tema recurrente de la incomprensión hacia la figura del clown. Un punto y final poético que nos ha mostrado las diferentes facetas del arte.
Duele escuchar en un video una frase tan expuesta y desgarradora como «el payaso es un actor venido a menos que no ha sabido nunca por donde tirar y no le ha quedado otra opción que ser payaso». Esta crudeza, tan bien expuesta en el espectáculo (entre otras frases que escucharemos procedentes de la gente de a pie), sorprende al público que espera un show diferente al que Aspa nos muestra. Y no es para menos. Puedes no entender el arte del clown pero menospreciar un arte tan complejo (y que muchos no sabrían llevar a cabo), es sinceramente hiriente.
Aún así, algo que tiene arraigado el payaso es transformar esta punzante afirmación en algo cercano que nos enamora. Ellos, Joan Arqué, Roger Julià, Mauro Paganini, Pep Pascual y Piero Steiner, la compañía Rhum & cia., sabe perfectamente cómo darle la vuelta a la idea preconcebida y mostrarnos la realidad de la vida del payaso. Todas las afirmaciones negativas, estos tópicos que aparecen en escena, quedan directamente dementidas con unas actuaciones impecables.
Este último capítulo de la trilogía es una indagación sobre la materia del reír y el oficio de payaso. Aspa ha querido ir más allá de la superficie y desmarcarse de las dos partes anteriores de la trilogía para mostrar la profundidad en el mundo desconocido del payaso. Un payaso preparado para recibir este tipo de tortas verbales, claro que sí, pero que también reflexiona desde un punto decadente de la profesión.
El payaso es un personaje con el que podemos hacer más cosas que reír. Podemos aprender de él. Desde su corazón blanco, su pose infantil, el no tomarse en serio algunas partes de la vida, el sobrellevar los golpes bajos con nuestra mejor sonrisa. En definitiva, el saber avanzar. Porque sí, la vida duele, pero tampoco debemos regodearnos en el dolor.
Crítica realizada por Norman Marsà