novedades
 SEARCH   
 
 

30.11.2018 Críticas  
La sensibilidad también realiza acrobacias

Roberto Olivan, tarraconense de nacimiento y formado en el Institut del Teatre de Barcelona y el P.A.R.T.S. (Performing Arts Research and Trainings Studios) de Bélgica es el bailarín y coreógrafo que, entre otros proyectos, ha creado Cuculand Souvenir que ha habido ocasión de disfrutar en la Sala Gran del Teatre Nacional de Catalunya.

Luz, música, danza y circo se unen a los artistas que, sobre un escenario, entremezclan presente y futuro pero sin dejar de lado el pasado. Esta propuesta realiza un análisis de como los avances tecnológicos se han hecho parte de nosotros a día de hoy y trata temas como la soledad o la rutina, reparando en la cotidianidad incluso en los aspectos más sencillos pero pasando también por situaciones incluso dramáticas de nuestro día a día.

Olivan, además de encargarse del trabajo de coreografía que orquesta con su compañía de danza R.O.P.A., ha actuado como arquitecto de un espacio escénico en el que ha colaborado con dos artistas que están a la altura de su creación para convertir la iluminación y el espacio sonoro en protagonistas y que conformen este como un espectáculo de gran formato que haga reaccionar emocionalmente al público desde el primer minuto. En ocasiones, no es fácil encontrar arte exquisito en estos campos de la contemporaneidad y la era digital y, sin embargo, tanto Laurent Delforge, el modelador del sonido como Romain Tardy, el creador del universo lumínico, han unido esfuerzos para conseguir entre todos un lugar atractivo de gusto pulido y refinado.

Luego, en primera línea, nos encontramos a los siete artistas que realizan esta ´performance´, expertos en el movimiento, el equilibrio o el juego con la gravedad. Héctor Plaza “Buba”, Delia Ceruti, Luis García “Fruta”, Dunya Narli, Chey Jurado, Akira Yoshida y Tina Afiyan Breiova nos regalan momentos sin igual solo con sus cuerpos o utilizando cuerda, cajas, plástico o hasta un balancín gigante, con el que se realiza un número final con todos ellos acompasados en una danza inolvidable. Como imborrable también es, por citar alguno, el número de cuerda de Delia Ceruti o la genialidad del momento (aparentemente fuera de lugar) del «Fruta» disfrazado de conejito comiendo zanahorias.

Cuculand Souvenir solo ha estado programado por tres días. Una lástima, porque propuestas de este calado, que son un regalo auditivo y visual, requieren de visibilidad para que más gente pueda descubrir otro tipo de proyectos escénicos similares a los que ofrecen muchas veces solo un número limitado de espacios. Aún y así, se agradece que en un templo del teatro como es el Teatre Nacional de Catalunya se apueste por planteamientos de esta índole. Y, más aún, se aprecia que entre el público no haya solamente gente joven nacida en este siglo, sino gente que quiera abrir su mente a algo tan diferente en estilo a los clásicos de Shakespeare o Lorca pero de igual calidad.

Crítica realizada por Diana Limones

Volver


CONCURSO

  • COMENTARIOS RECIENTES