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12.10.2018 Críticas  
Zenit, o el final de un boy scout

La isla de Tenerife es, estos días, un poco más afortunada que las del resto del archipiélago. ¿El motivo? Ser la sede del II Festival de Tenerife. Los presentes pudimos disfrutar de una de esas pequeñas gemas el pasado 7 de octubre en el Teatro Leal. Els Joglars, nos presentó su último montaje: Zenit.

Bajo la batuta de Ramon Fontserè, quien también se reserva el papel principal, los autores buscan hacer una crítica a pecho descubierto de como la información se ha convertido en desinformación. Con grandes dosis de humor ácido e irónico, Ramon Fontserè y Martina Cabanas deshilan el camino hacia una decadencia inexplicable y la involución de una profesión otrora noble y respetada: el periodismo.

La redacción del renovado diario Zenit, está plagada de buitres que solo buscan ser los primeros en dar la noticia que sea la portada del día, del siglo quizás. Y lo harán a cualquier precio y sin permitir que nada ni nadie, ni tan solo la verdad, les arruine la exclusiva. En medio de esa jungla, deambula Martín, un genial periodista venido a menos que aún conserva, cual ingenuo boy scout, la doctrina del buen periodismo. Pero en algún momento de su carrera, empieza a abandonar la búsqueda de la verdad y la canjea por una petaca de whisky e ibuprofeno.

Durante noventa minutos observamos estupefactos como ese espíritu noble que se aferra a unos principios obsoletos, se va ahogando hasta permitir que el menosprecio por la verdad mediática acabe tomando el poder y acalle para siempre a Martín bajo un montón de deshechos. A partir de ese momento sabemos que estaremos solos ante un simple show mediático, vacuo e insuficiente que nada más buscará contentar a las masas y contagiar con éxito al ciudadano de a pie en ese afán por contar verdades a medias.

Els Joglars, fieles a su estilo crítico, desarrollan esta historia mostrando, en un lenguaje teatral único y sin perder su ingenioso sentido del humor, esa pérdida de identidad y rumbo que sufren los medios de comunicación actuales. Cabe destacar una coreografía ágil e impactante a cargo de la Compañía Mar Gómez. Laura García acierta con el rojo como hilo conductor de los momentos que marcaron la historia y que simboliza la pluma que lo ha ido relatando todo desde que se comenzó a compartir la información. En una obra de Els Joglars no se podía dejar ningún detalle al azar. Es por eso que cabe subrayar la elección de la composición de Chaikovski basada en el cuento de “El Cascanueces”. Una banda sonora sumamente acertada que acompaña a Martín en su decadente travesía, puesto que también habla de un castillo de juguete cuyos habitantes bailan al compás de una caja de música.

Podemos decir que si el objetivo del Els Joglars era invitar a la reflexión y hacernos cuestionar las noticias que recibimos a diario, lo han cumplido y de forma excelente. Y todo gracias a unos diálogos ingeniosos, una coreografía fresca y unos actores comprometidos que transmiten con viveza y pasión la llamada a la atención que los autores de esta obra pretenden hacernos.

Crítica realizada por Celia García

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