Los Absurdos Teatro presenta A protestar a Gran Vía en el Teatro Alfil de Madrid; obra escrita por Alfonso Mendiguchía y protagonizada por él mismo y Patricia Estremera. Bajo la dirección de César Maroto y a ritmo de la famosa canción Les Cornichons, de Nino Ferrer, el dúo cómico demuestra su dominio del gag a partir de cinco estudios sobre “la gente”.
En esta función que se presenta en forma de conferencia , de poco más de una hora, el público es un actor más. La actriz Patricia Estremera se pasea entre las butacas del teatro, saludando a los asistentes, preguntándoles sobre materias diversas e incluso limpiando las mesas mientras charla animadamente con su compañero de reparto, que prepara el atrezo sobre el escenario. Ambos se quejan de la situación actual, buscando la complicidad con el público, y se refieren, con ironía, a un “antes” en que, supuestamente, todo era mejor. Ante tal conversación, los asistentes de nuevas y no tan nuevas generaciones no pueden evitar esbozar una sonrisa.
Ya en el escenario, los intérpretes anuncian el comienzo de su disertación sobre “la gente” y divagan en verso, casi rapeando, sobre este colectivo mal o poco definido: ¿Qué o quién es “la gente”? Para ello, analizan la palabra ‘gente’, juegan con la morfología y el significado de sustantivos como ‘agente’ o adjetivos como ‘inteligente’ y terminan por cuestionarse si, al igual que “gente pública”, existe “gente público”. Malabarismos lingüísticos que anticipan cinco gags sobre prácticas comunes entre “la gente”.
Los actores se convierten en turistas, trabajadores de una empresa de telefonía, artistas callejeros o aficionados al gimnasio, apoyándose en carteles desternillantes que acompañan la representación de cada sketch o situación. Patricia Estremera está soberbia, derrochando energía desde el primer momento. Ambos intérpretes se lucen en el sketch sobre los trabajadores de la empresa de telefonía, asumiendo dos o más papeles a la velocidad de la luz, o interpretando a dos artistas callejeros, que tienen poco de artistas y mucho de vis cómica.
Más allá de la risa y el tono desenfadado, los intérpretes diseccionan la realidad y exponen, a través de los sketches, actitudes y comportamientos ridículos del ser humano en sociedad. Entre otras cosas, A protestar a Gran Vía es un espectáculo crítico con la ignorancia, la ineficiencia, el cotilleo o la obsesión por las redes sociales, en que los actores muestran preocupación por temas de actualidad como el racismo o la brutalidad policial en Estados Unidos.
No somos una masa. Cada uno de nosotros es un ser único e irrepetible. Este es el mensaje final de A protestar a Gran Vía. Aun así, nos parecemos más de lo que pensamos. ¿Somos parte de este colectivo llamado “gente”? Eso queda a decisión de cada espectador. Un móvil interrumpe la impostada seriedad de este momento. Un espectáculo para un miércoles noche diferente.
Crítica realizada por Susana Inés Pérez